Fugadas/Palmade-Duthurom/Tamzin Townsend
¿Es suficiente?
Obra: “Fugadas” Autores: Pierre Palmade y Christophe Duthuron. Versión: Yolanda García. Intérpretes: Rosario Pardo y María Galiana. Escenografía y vestuario: Rafael Garrigós. Iluminación: José Manuel Guerra. Dirección: Tamzin Townsend. Teatro Principal de Zaragoza. 28 de octubre de 2009.
Por tercera vez en la presente temporada, llega al escenario del Teatro Principal de Zaragoza (lleno de espectadores que se rieron mucho y respondieron con prolongados aplausos) una función dirigida por Tamzin Townsend. Se trata en esta ocasión (tras “Días de vino y rosas” y “Seis clases de baile en seis semanas”) de “Fugadas”, de Pierre Palmade y Christophe Duthuron. La obra, que se estrenó hace apenas dos años en el parisino Théâtre des Variétés, llega a nuestros escenarios en versión de Yolanda García Serrano, e interpretada por María Galiana y Rosario Pardo.
Tras ver en tan corto espacio de tiempo tres montajes teatrales firmados por Townsend, es difícil no preguntarse dónde está esa dirección plena de imaginación, de matices, o esa puesta en escena que movía a los personajes por el espacio escénico con innegable sabiduría, que pudimos ver, a principios del pasado año, en “El sueño de una noche de verano”. Pero el tándem Palmade-Duthuron, no es, evidentemente, Shakespeare. Su texto (¿No hay en Francia autores contemporáneos que escriban un teatro de mayor entidad? ¿No los hay aquí? Apostaría que sí) es sencillo, facilón, elemental. Demasiado en ocasiones, hasta llegar a la simpleza. Pero es, al mismo tiempo, digamos resultón. Incluso tiene, esporádicamente, rutilantes destellos de inteligencia y de refinado humor. Pero es incapaz de rascar un solo milímetro para ir más allá de la superficie de las cosas.
Esa superficialidad, lastra una historia que, en principio, podría ser bien interesante. La de dos mujeres, Marga y Carmen, que se encuentran de madrugada en una carretera mientras escapan. La primera del hastío de ser ama de casa, la segunda del geriátrico donde ha sido aparcada por su hijo. Es un acierto de la puesta en escena plantear el espectáculo con una estética de historieta. Se sirve para ello de una escenografía que tiene como principal, y casi único elemento, un panorama sobre el que se proyectan dibujos que recuerdan el naif de Henri Rousseau. Hay también un buen ritmo, pero entiendo, sin embargo, que falta dirección, una dirección que rescate a los personajes de la línea plana en la que se mueven (especialmente Carmen), a pesar del oficio que demuestran tener María Galiana y Rosario Pardo. Ejercicio de eficacia y oficio. Pero, ¿es eso suficiente?
Joaquín Melguizo