Y no es coña

Fútbol es fútbol; Teatro es Teatro

Reunirse con teatreros argentinos es hablar con profundidad de los más recónditos misterios del arte teatral, pero a la vez, emprender discusiones eternas sobre fútbol. Es una delicia establecer los mismos rangos de desenmarañamiento de las claves en las que se ordena una escena de teatro o un planteamiento defensivo. Son dos pasiones compatibles y que se alimentan una a otra. No es una casualidad que Argentina viva el fútbol y el teatro como una forma de definición de la propia identidad. Grandes autores escriben con la misma autoridad sobre teatro que sobre fútbol. Ser un futbolero, fanático de un club, no estigmatiza, es una manera de estar en el mundo, y se pueden buscar parangones entre el teatro que hace un director, que escribe un dramaturgo, con el tipo de juego que caracteriza a su equipo, o al jugador que adora o idolatra. Y lo más importante: expresado todo con la misma solidez argumental, la misma calidad en el lenguaje eempleado, en un ejercicio de sabiduría aplicada.

Los que hemos sido envenenados desde la más tierna infancia por esas dos adicciones inconmensurables, disfrutamos en estos momentos de un equipo universal que ha ganado todas las competiciones en las que ha participado, y según dicen los entendidos, haciendo un juego muy bonito, con un estilo propio, unas ganas de hacerlo cuidando la estética, que no implica una renuncia al cuerpo a cuerpo, la fuerza, pero una opción en la que prevalece la inteligencia por delante del músculo, que viene avalado por una organización previa, de un consideración del fútbol como un bien en sí mismo, que se ama, se estudia y se disfruta jugándolo. Un estilo donde a pesar de las grandes individualidades, entre las que cabe el considerado actualmente el mejor jugador del mundo, lo que prevalece, siempre, es el conjunto, la solidaridad, la estrategia, el juego colectivo en el que hay un espacio para lo individual, para el lucimiento. No se busca un juego resultadista, sino primar el amor al buen fútbol, que después se convierte en éxitos, en triunfos, en consideraciones hiperbólicas, en la cohesión de un grupo, de una ciudad, de un país, de una afición y de unos amantes del buen juego, del fútbol entendido como una de las bellas artes.

Ese equipo está dirigido, o dicho en términos futboleros, entrenado, por Pep Guardiola, un hombre que lloró tras conseguir la sexta copa consecutiva en el año 2009 y que después en las declaraciones de alcance, fiel a su discurso, coherente con sus ideas, aseguró, como siempre hace, que los partidos los ganan los jugadores, que a ellos se debe todo, que tiene la suerte de dirigirlos, pero en esta ocasión señaló, además,  algo que me parece importantísimo destacar: “es un lujo estar con un grupo de ‘amateurs’, que lo único que desean es jugar al fútbol, más allá del dinero y la profesionalidad”. Analicemos la frase.

Los ganadores de esa copa habían recibido de premio una cantidad de dinero que ningún actor de teatro consigue ni en cinco años de ser primera figura, cobran unas fichas astronómicas, por encima del mayor actor del cine más comercial, pero su director, los ama precisamente por ser “amateurs”, por que les gusta jugar al fútbol. Una lección magistral. Una ideología fundamental para entender casi todo lo que sucede después, una manera de colocarse frente a la vida y el oficio.

Si el clásico dijo que “fútbol es fútbol”, una frase críptica, iniciática, pero indestructible, nosotros decimos, “teatro es teatro”, y todo lo anteriormente escrito sobre el fútbol, lo podemos usar cambiando solamente fútbol por teatro y jugadores por actores, y nos sale el discurso que más nos apetece comunicar, el del amor al teatro por encima de todas las cosas, al teatro bueno, comprometido, en todos sus géneros, formas, formatos y realizado en salas, coliseos, calles o armarios, como se quiera, pero por encima de las circunstancias de producción, de sus audiencias, de sus características empresariales o industriales, incluso por encima de todo convenio laboral tan necesario, que transmitan amor por el teatro. El Teatro hecho por quienes son sus amantes, apasionados, enfermos, que contaminen con su pasión. Y que ganen cuando menos una copa de inspiración cada día.


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