Game Over
Hay que inventarse un teatro nuevo, de vanguardia.
La vida entra en fase «game over», los marcianitos nos invaden, no hay más puntos ni comodines, hemos gastado todas las vidas.
Hay que inventarse un nuevo teatro, hacer corriente la «ciencia ficción», donde no haya diferencia entre realidad e imaginación.
Hay que implantar nuevas lógicas, expiatorias, que se expandan por la psique a través de verdades demoledoras. Hay que entrar a derrumbar lo virtual con el poder de lo real. Se nos llenan las butacas de intelectuales herméticos, cobardes descorazonados, enlatados en risa. Se nos llenan los palcos de mentiras, nadie sabe dónde quedó el sagrado, ahogamos al espíritu, el edificio encarnó el «teatro». Se nos llenan los escenarios de narcisistas con caretas de profesional, se nos escapó la cuerda de la cometa que nos ofrecía volar. Nos hemos desviado, nos hemos identificado hasta los huesos con nuestra propia caricatura, firmada por otro.
Hay que inventarse un nuevo teatro, digno de esta guerra personal. Hay que matar de risa hasta el vómito o cagar en una taza y ofrecerla luego a tomar. Hay que despegar de las fosas nasales esta cera tibia del siglo XXI, hay que ofrecer oxígeno en los teatros y no asfixiarlos con humo.
Hay que inventarse un nuevo teatro, que merezca el despertar de los muertos vivientes. Hay que exorcizar el dolor y ofrecer el amor en forma de luz o rechinar de dientes. Hay que crear espejos tan grandes como la duda, para que nazca un silencio tan ruidoso que no haya espacio para la NO loCURA.
Hay que inventarse un nuevo teatro y dejarse de mariconadas, hay que estar a la altura de esta sociedad enferma y abandonada. Hay que poner el pause, retomar la partida, aceptar el juego en este punto y encontrar otra salida.
Hay que inventarse un nuevo teatro, el teatro mismo de la propia vida, ya nada responde a nada, esa es la movida. El teatro está muerto, no sigan, habrá que velarlo en la noche, hasta que su espíritu el camino nos diga.