Gernika/Aukeran
Danza sobre lienzo
Obra: Gernika
Guión: J.A. Vitoria, Garbi Losada
Intérpretes: Aiert Beobide, Iurre Aramburu, Gotzon Poza, Maitane Mugika, Ander Errasti, Onintza Odriozola, Moritz Galárraga, Naikari Galárraga, Ekain Kazaban, Ane Anza, Garazi Lecuona, Alaitz Ormazabal
Vestuario: Ramon Garcia
Iluminación: Xabier Lozano
Música original: Aitor Amezaga
Coreografía: Edu Muruamendariz, Aukeran
Dirección escénica: J.A. Vitoria, Garbi Losada
Dirección: Edu Muruamendiaraz
Producción: Aukeran Dantza Kompainia
Victoria Eugenia Antzokia –Donostia – 04-07-09 – dFeria
Los muertos de la criminal acción fascista del bombardeo de la población civil de Gernika en 1937, resucitan para contarnos para contarnos cómo era la vida en Gernika antes de esa determinación brutal de probar ante una villa emblemática los efectos de los bombardeos indiscriminados. Este punto de partida es a su vez el lugar de destino; asistimos a la visualización de unas sensaciones grabadas en la memoria de los fallecidos, una suerte de idealización de una vida tranquila, ingenua, pintada en los recuerdos en blanco celestial, que se ve interrumpida por los paseos militares, por las botas taconeando, por el negro de los uniformes que anuncian la muerte, la destrucción, el terror. Y después los seres que habitan esa tierra donde la concordia y el amor parecen ser una clave, aparecen vestidos en blanco y negro, se ha perdido la inocencia, hay luto, dolor. Los efectos de la guerra, los efectos de la destrucción que todo lo corrompe, con poco espacio para la esperanza.
En el imaginario colectivo el cuadro de Picasso, un lienzo que se va construyendo, del que aparecen retazos, y solamente en la parte final se visualiza al completo, tal cual, sin interactuar, es una presencia solemne, un documento artístico. Es una referencia, pero se estructura la pieza sobre otros referentes estéticos, se utiliza de manera excelsa la danza tradicional vasca, se mezcla con rupturas hacia lo contemporáneo, se ven puntas de clásico, el vestuario es de una precisión estilística asombrosa, aportando datos historiográficos sublimados. Se baña todo en una magnificente iluminación, en ocasiones demasiado presente, pero casi siempre provocando campos visuales reactivados y por encima, debajo, al lado una banda musical que acompaña emocionalmente, que forma parte principal del discurso, que eleva, subraya, redondea una dramaturgia esencialista pero fundamental que aporta lo imprescindible para caminar por ese paseo por la memoria .
Se completa con unas coreografías y una calidad en todos los intérpretes que muestran las inmensas posibilidades que tiene este tipo de fusión, esta indagación, una investigación en la historia., en las raíces, expresado para los públicos de hoy lo que convierten a esta propuesta en una bendición, en algo imprescindible, en un patrimonio que debe ser visto por todos cuantos entiendan que en un escenario la belleza debe siempre ayudarnos a entender mejor el mundo y la sociedad en que vivimos. En este caso parte de la memoria para convertirse en un alegato vital.
Carlos Gil