Globacilación/Hortsmuga
Buenas intenciones
Obra: Globacilación
Intérpretes: Arantza Goikoetxea, Argia Gardeazabal, Gorka Zero
Dirección y Producción: Hortzmuga Teatroa
Bilborock – 28-10-02 – B.A.D.
La globalización neoliberal, la que actualmente aprisiona las estructuras regionales y nacionales de muchos lugares del globo terráqueo es algo denunciable, una cuestión ideológica que está reagrupando movimientos con una visión menos capitalista de la organización social, económica, política y los desarrollos individuales. Es decir, es algo en lo que nos podemos poner de acuerdo con bastante rapidez, y si se va a ver un espectáculo de teatro bajo esta invocación, nuestra actitud solidaria y cómplice con lo que se exprese en el escenario está solucionada desde el minuto antes de empezar. Son las buenas intenciones del escenario que se rebozan con las nuestras y se crea ese espacio de comunión sin concesiones.
Lo que pasa es que cuando en el escenario se esquematiza tanto, se buscan los recursos más primarios, más sencillos, la parodia, el chiste fácil, un texto muy televisivo, una nula disposición escénica espacial, muy poco gusto cromático y solamente se dicen eslóganes, se nos hace un cortocircuito teatral, nos parece estar en el lugar equivocado, que este tipo de trabajo es una animación para un mitin, o u encuentro, que está hecho con lenguajes infantiles e infantiloides, que se nos pide una participación que se nos queda fosilizada ante los pocos recursos empleados para ello, sin apenas gracia, sin poder conectar con un estado de ánimo que requeriría de un proceso regresivo para poder entender que sea una vanguardia teatral jugar con globos en la sala.
Hortzmuga ha demostrado su valía en los espacios abiertos, en la búsqueda de los grandes trazos. Ahora en una sala, con este trabajo tan frágil de estructura y contenido, parecen perdidos y sin capacidad para establecer la misma magia comunicativa. Pero la intención es buena. Los malos son malos y los buenos, buenos. Lástima de su floja resolución teatral que la embadurna.
Carlos GIL