Ha muerto Enrique Centeno, crítico teatral
Enrique Centeno, falleció este miércoles a los 68 años, de un linfoma en la Clínica Moncloa de Madrid, un compañero de viaje constante e inamovible del teatro español contemporáneo, un territorio que este gran conocedor de la escena transitó desde muy diferentes cometidos y desde temprana edad, cuando era bachiller en el Instituto San Isidro y su profesor de literatura, Antonio Ayora (actor de la compañía de Margarita Xirgu), le transmitiese una gran pasión por el teatro que nunca le abandonó.
Ejerció hasta su muerte la labor de crítico teatral (en su blog publicó la última reseña el 15 de julio), actividad que inició en 1982 en el diario Liberación. Tras el cierre de este periódico siguió trabajando para Cinco Días y Diario 16, hasta 2001. Otros medios en los que desarrolló su labor de crítico fueron Telemadrid, Radiomadrid, Villa de Madrid, Guía del Ocio, Onda Madrid y Espectáculos de Madrid (publicación de la que fue director).
En este oficio destacó por su gran honestidad, sus profundos conocimientos escénicos y una inquebrantable rectitud de criterio, hasta el punto de no doblegarse cuando creía que alguien apreciado o querido había cometido un error en su trabajo. De la misma manera era capaz de alabar y llenar de elogios a profesionales con los que no tenía ninguna empatía fuera del escenario. Su gran seriedad a la hora de ejercer su oficio, convivía con su carácter de humor socarrón, su pasión por la dialéctica, su afición a la tertulia y una gran lealtad hacia sus amigos.
Fueron cualidades que aplicó igualmente como historiógrafo y ejerciendo como profesor de Lengua y Literatura de instituto durante décadas.
El dramaturgo Ignacio Amestoy dijo de él al conocer su fallecimiento: «Amó al teatro hasta el punto de dejar las tablas, como actor y como director, para sentarse en el potro de tortura de la crítica, que ejerció incansable durante los últimos 30 años, siendo uno de los mejores testigos de la escena española, sobre todo de la más comprometida», señaló este autor con el que Centeno compartía un curioso e intangible sillón en La Irreal Academia del Esperpento, fundada hace escasos meses en Madrid, por parte de personas conocedoras y cercanas a la obra de Ramón María del Valle-Inclán.
En los años del tardofranquismo alternaba su actividad como actor (en el Teatro Nacional Universitario), con la de director escénico en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense, donde se licenció. De ambas dedicaciones conserva diferentes galardones entre los que destaca el Premio del Festival Mundial de Teatro Universitario en Nancy (1967).
Más tarde se vinculará al Teatro Independiente como director, convencido de la necesidad de desarrollar un teatro de oposición y resistencia en circuitos alternativos de toda España. Es entonces cuando funda y dirige la Compañía de Teatro Independiente Cizalla (1972-1977). Durante todos estos años es un activista luchador antifranquista en la Universidad, y posteriormente mantiene un sólido compromiso con posturas progresistas y actividades, de muy diversa índole, con la izquierda española.
Con la llegada de la Transición abandonó la actividad escénica para convertirse en uno de los críticos más rigurosos del teatro español contemporáneo.
Entre 1988 y 1990 formó parte del equipo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. En ella se ocupó, entre otras funciones, de las publicaciones periódicas de la Compañía en la etapa de Adolfo Marsillach, con quien mantuvo una gran amistad hasta la desaparición del afamado actor y director.
También fue autor de La escena española actual (I y II) y Marsillach, El texto y el espectáculo. Entre sus libros editados, de otros temas ajenos a la escena, se encuentran Castilla y la Mancha; Crisis Mundial del Siglo XX; Diccionario Español y en colaboración con la editorial Santillana Educación para la convivencia.