¡Haberos quedado en casa, capullos!
Los que estamos en el mismo lado de la trinchera no nos quedamos en casa. Los otros, a tenor del escaso público en Donostia, parece que sí. Una vez más el rito de los que vamos siendo expulsados de todos los sitios nos juntamos y festejamos un teatro que todavía nos da un poco de oxígeno para respirar, mientras nos ahogamos, todos, he dicho todos, poco a poco en un dramático estertor agónico. Precísamente uno de los espacios escénicos es una pecera, en cuyas aguas vamos sintiendo que nuestros pulmones están a punto de estallar por falta de oxígeno. O un cuadrilátero de boxeo en el que somos castigados con precisión científica en cada órgano vital, pero no hasta la muerte, que no tiene gracia.
El personal comenta sin parar a la salida. “Yo creo que el texto está muy por encima del montaje”.“¡Qué bien la actriz!” “Ella se ha implicado en su monólogo desde el dolor y eso emociona mucho. El, no sé…,” “El lo ha hecho desde el cinismo y eso irrita mucho. Gusta menos”. “A mi me ha recordado la naranja mecánica, no sé por qué”. Se siguen las discusiones. «¿Para qué sirve el teatro…?» “¿A ti te ha gustado? “Me ha gustado bastante”. “Yo, qué quieres que te diga, soy más de Mihura y de butaca, y de ver un espectáculo cómodamente, y esto, no sé…” “A mi me parece muy violento utilizar al público así…¡Que te llamen a la cara hija de puta!” “¡Yo utilizo el mismo lenguaje todos los días, no me parece violento, es como cariñoso!”. “No traen a Rodrigo García, pero ponen continuamente su nombre como reclamo.” “Rodrigo García todavía resulta algo fuerte, cuando deje de morder llenarán las programaciones y se sentirán muy arriesgados” “¡Qué patético!” Los comentarios se suceden, también las discusiones. El teatro cumpliendo su papel: Provocar las emociones del espectador… “No se ha llenado el teatro, qué extraño”. “No es extraño, se trata de llenar los teatros de otro teatro. Se trata de vaciar los teatros de teatro”. El espectador, confundido, se pierde y ya no asiste más que a los reclamos televisivos. No se pretende otra cosa” . “se está haciendo un genocidio sistemático del teatro” …
Pero en los congresos los programadores se llenan la boca. Concretamente en Barcelona: III encuentro de Creadores, organizado por la SGAE, denominado: LA FUERZA DE LA DIVERSIDAD. ¡Joder, qué bien suena!
Y por la diversidad cultural abogaron todos: programadores y políticos, la Ministra de Cultura y demás Instituciones: ¡en defensa de la creación! ¿Quién les cree? En estos debates se planteaba unánimemente cuestiones como: “El teatro es un servicio público, un derecho, no un producto de consumo sujeto a las leyes del mercado. Así Emilio Hernández, director del Festival de Teatro Clásico de Almagro decía nada menos que: “Estoy en contra de los Festivales, aunque parezca una contradicción. Me interesan todas aquellas programaciones que consideren al ciudadano como creador y desarrollen su sensibilidad. Estoy contra los programadores que se dedican a llenar programaciones y teatros y no se dedican a educar. Nos metemos en una burbuja y no somos capaces de crear talleres de pensamiento. Programaciones de reflexión y creación” ¡Sólo falta que llueva café!
felipelpayaso