Haberos quedado en casa, ¡capullos!/Rodrigo García/Cristina Rota
Uno y otro
Obra: Haberos quedado en casa, ¡capullos!
Autor: Rodrigo García
Intérpretes: Juan Carlos Vellido, Nur Al Levi, Chevi Muraday
Escenografía: Antoine Hertenberger
Vídeo: Gerardo López
Vestuario: Nuria Barrio
Dirección Cristina Rota
Producción: Producciones Cristina Rota, S.A.
Complejo Educativo – Eibar- 02-03-05
Las imágenes escénicas y el texto bailan el mismo tango. La dirección de Cristina Rota abraza y fecunda el texto de Rodrigo García. Su conjunción nos regala un buen espectáculo, en donde los actores, danzantes, deben utilizar todos y cada uno de sus resortes interpretativos para carnalizar los textos monologados de García y hacerlo dentro de un complejo sistema de acciones físicas que van completando la oración narrada. El texto es áspero. Doctrinal o paradójico. Textos que parecen salmos en unos tramos o pintadas sentenciosas en otra. Es uno, una, un individuo, que debe pensar como el otro, la otra, que va conducido por todos los otros hasta que el yo se transforman en un número, una masa, y precisamente desde esa alienación le resulta imposible volver a ser el uno que nunca fue.
La violencia física convertida en material para la ironía y la reflexión. La violencia de género, ese retrato crudo, agobiante de los comportamientos humanos que se hacen, en ocasiones, bajo el amparo de grandes nombres como «Libertad duradera», pero que son el antifaz de todos los terrores y violencia indiscriminadas. El texto provoca sensaciones, abre campos de interrogación, se acerca a los asuntos tratados sin camuflajes, los destripa y hasta puede desprender aromas de expiación. Y la opción de este montaje es crear una estructura de movimientos, coreografías, iluminación, espacios escénicos y vídeo que llevan toda la enuncia al campo artístico.
Una cuidadísima puesta en escena, una interpretación de entrega total en lo físico, pero con capacidades para las matizaciones, defendiendo con solvencia los monólogos, algunos de ellos de dificultad extrema por la fragmentación del mismo. Estamos ante un excelente trabajo en donde sin perderse nada de la fuerza del texto de Rodrigo García, y por ende, de la estética que propone, el conjunto lo coloca en una viabilidad más factible para una aceptación más generalizada.
Carlos GIL