Háblame / Fulgencio M. Lax / Juan Pedro Campoy
La ternura como arma de salvación
Háblame sube a los escenarios como un homenaje a la sabiduría y al conocimiento de las abuelas y, sobre todo, a la ternura como la herramienta más importante que garantiza la salvación de un comportamiento desestructurado.
Una obra que no dejó impasible a ningún espectador. Entre la risa y el llanto el espectáculo se desarrolla en un tiempo fluido, que hizo romper al patio de butacas en un estruendoso aplauso.
Adela, interpretada por una magistral María Garralón, se encuentra a las puertas de la muerte. En su imaginario particular, situado en una desdibujada frontera entre el alzéimer, la demencia senil y la cordura, habla con su marido que ya murió hace más de veinte años. También vinieron a esperarla los espíritus de sus padres y de su hermano. Pero la misión que tiene entre los vivos, que no es otra que sacar a su nieto Javier de la oscuridad de un comportamiento roto por profundas soledades, es mucho más fuerte que la muerte y la hará esperar hasta que logre su propósito.
Víctor Palmer interpreta a un Javier enfadado con el mundo y consigo mismo. Una fina técnica interpretativa irá llevando las transiciones desde la oscuridad de su comportamiento hasta la necesidad de hablar y que le hablen. Este será el gran logro de su abuela Adela. La madre, Isabel, está interpretada por Mariola Fuentes, que pone al servicio del personaje una depurada técnica que le lleva a situar al personaje entre una amarga comedia y un amable drama. Y esto es el aspecto que la humaniza y la hace aparecer como una mujer luchadora pero derrotada, alegre pero entristecida. Y de ella también tirará Adela en un ejercicio femenino de pelea contra la tristeza y lucha por la felicidad.
La dirección de Juan Pedro Campoy es sobria, al servicio absoluto de las cualidades artísticas del texto y del reparto. Como director conduce el espectáculo en silencio, desde una distancia suficiente como para que el protagonismo recaiga en el universo dramático que emana del texto y en la interpretación de los actores.
La escenografía de Alessio Meloni se abre como una puerta que separa lo externo de lo interno, la vida de la muerte. Aparece como un espacio de tránsito entre la realidad y la imaginación, entre los vivos y los muertos. Entre la oscuridad que invade a Isabel y a Javier, y la lucidez con la que logra salvarlos Adela.
Háblame es una obra de familia, contada sin filtros y poniendo al descubierto lo difícil que es la convivencia y lo complicada que es cuando alguno de los miembros se muestra roto en las relaciones. La ternura de Adela será el paño caliente que pondrá a salvo el futuro de su nieto Javier y su hija Isabel. Una vez que lo logra, mirando a la muerte de cara y cogida de la mano de sus seres queridos ya fallecidos, se dejará ir para siempre.
No faltan en el texto algunas constantes de la dramaturgia de Fulgencio M. Lax, como es la lucha contra la violencia de género y el empoderamiento de la mujer. O la reivindicación de la Memoria histórica. No obstante, nos sorprende el autor con una obra de estas características, ya que supone un giro importante en su dramaturgia. Un giro o una evolución. De la dureza y el dolor descarnado de su anterior producción, sobre todo la que muestra en el Ciclo del teatro de los muertos, surge Háblame escrita desde la ternura y con la que inaugura un nuevo ciclo.
Jesús Galera
Obra. Háblame – Autor: Fulgencio M. Lax – Intérpretes: María Garralón, Mariola Fuentes y Víctor Palmer – Dirección: Juan Pedro Campoy. Escenografía: Alessio Meloni – Producción: Alquibla Teatro – Teatro Romea – (Murcia) – 23/02/19