Hasta siempre
El pasado año, allá por el mes de marzo, comencé una serie de artículos en este periódico digital animado por Carlos Gil. Han pasado dieciséis meses desde entonces. Una aventura divertida, creativa y reflexiva no exenta de sus momentos de pánico frente a la hoja virtual en blanco. Desde el primer momento he de decir que lo he disfrutado. Comenzando por buscar un título para la columna que fuera lo suficientemente llamativo y dentro del tema a cubrir, la voz. Y surgió «Aclárate la Voz» un espacio para contar historias sobre voz, partes de la historia de la voz humana, dar puntos de vista que abrieran miradas y perspectivas sobre la voz, la cultura vocal y el acto vocal. Nunca quise que fuera un espacio para abordar aspectos técnicos que se pueden encontrar en los libros ya editados, aunque estos no abunden, cuanto menos en español. Me rio al recordar los preámbulos del primer artículo. Todos sabéis que a mano izquierda de la página inicial aparece una fotografía del colaborador/a que escribe la columna. Pues bien, yo quería que en vez de mi fotografía apareciera la de un simpatiquísimo hipopótamo con la boca bien abierta, tan abierta, que incluso se le veía hasta la yugular. Claro está que, a pesar de mi insistencia, el «dire» no me dejó. Con bastante buen criterio, diré, aunque no me negareis que hubiera sido, cuanto menos, llamativo y chocante. Siempre me encantó el hipopótamo hipo huracanado que en tantas ocasiones me ha facilitado la explicación en las clases de una serie de aspectos asociados a la respiración. Sonrío al recordarme llevándome las manos a la cabeza cuando al leer alguno de los artículos ya publicados he visto una falta de ortografía o un párrafo mal estructurado. O la sensación de incómoda inconformidad ante una idea que no me terminaba de dejar a gusto. También debo confesar que era un estímulo para mi vena competitiva el ver como de vez en cuando alguno de mis artículos se encontraba entre lo más «hot» de la semana. Bien, anécdotas a parte, he de decir que ha sido todo un viaje. Lo que escribo suena a despedida y así es. Es un hasta siempre.
El área temática sobre el que he estado escribiendo ya es de por sí limitada si la comparamos con otras áreas de temas generalistas y es más, yo la he delimitado aún más al no querer que «Aclárate la Voz» fuera una especie de texto técnico por entregas. Esto no quiere decir que no existan más elementos, aspectos y matices sobre los que reflexionar y hablar desde ese terreno en el cual yo vivo mi voz y la voz de los demás; ese terreno fronterizo entre la voz en el espacio creativo con un fin artístico y la voz en el espacio creativo cotidiano de la vida personal y única de cada uno de nosotros. Hay mucho más, pero ocurre que, de momento, este servidor necesita entrar en silencio para poder escuchar el agua que corre por el manantial, ahí abajo, en el fondo del pozo. En una ocasión escribía que la vida, al igual que el agua, siempre encuentra caminos. Si queréis seguir mis pasos ahí está facebook o el blog culturavocal.blogspot.com donde compartiré mis andanzas y quién sabe, quizás algún día nos encontremos por estas páginas virtuales de nuevo.
A alguno de vosotros, lectores, os puedo poner cara, a otros muchos, no. Pero a todos los que os habéis parado a encontrarme en esta columna quiero agradeceros vuestra atención y vuestro tiempo. A Carlos Gil: te agradezco la oportunidad que me has brindado para hacerme oír hasta esos lugares donde mi voz no llega.
Hasta siempre.