El pasado 13 de abril, a la mañana siguente de conocerlo ella misma, se hacía público que Helena Pimenta será la directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico al haber sido seleccionada mediante concurso, cuya presentación de propuestas se inició 30 de diciembre, finalizó el 4 de marzo de 2011 con 19 candidaturas presentadas, entre las que figuran 15 hombres y 4 mujeres. Como en todos los anteriores concursos, las propuestas debían estar acompañadas de un proyecto integral de gestión para la CNTC, según establece el nuevo estatuto aprobado el pasado diciembre para la compañía. El proyecto de Helena Pimenta pasará, por tanto, a ser la base del Plan Director que marcará las líneas generales de actuación de la compañía en los próximos cinco años.
¿Cómo decidiste presentarte a la dirección artística de la Compañía Nacional de Teatro Clásico?
He estado vinculada a la CNTC a través de montajes que he dirigido para ella, así como en la parte pedagógica de la misma. Seguramente era el espacio natural donde yo podía plantearme, en este momento de mi vida profesional, un reto nuevo y sobre todo, poder aportar la experiencia adquirida en todo este tiempo. Así que me animé, me animaron… Y como era un concurso, eso te lleva un tiempo y a la vez como sabes que puede ser que no salga, el ánimo va y viene.
De hecho, un factor importante es que requiere de tu energía, de tu concurrencia a una convocatoria pública, de tus ganas de estar ahí, ¿no?
Sí, eso lo tenía muy claro… pero también tenía muy presente el hecho de que si no salía había que encajarlo, comprendiendo que se habría seleccionado a la persona más adecuada.
¿En qué consiste tu proyecto para la CNTC?
El proyecto del Clásico tiene veinticinco años ya y creo que cada periodo ha sido muy intenso. Cuando arranca Marsillach se plantea difundir el teatro del Siglo de Oro, y eso se ha cumplido con creces, del mismo modo que cada equipo ha podido sacar adelante sus objetivos. Es apasionante porque a día de hoy nos encontramos con que la difusión es muy alta y que la CNTC es el centro de referencia del teatro que va desde el Siglo de Oro hasta el XIX. Desde ahí me he planteado un proyecto que valore y considere todo lo que ha sido hasta el día de hoy y que se apoye en los logros que ha habido, para pisar tierra –teniendo en cuenta las circunstancias que se están viviendo– y apostar por combinar las producciones propias con las invitaciones y coproducciones. Siempre, eso sí, con una línea clara de repertorio, que se va a ir elaborando, claro. Es importante saber que es un proyecto que necesita futuro, que hay que seguir creciendo, sobre todo en la parte creativa, en la manera de entender el clásico y el verso. Ahi entra el aspecto pedagógico, interno y externo. Para el espectador, ir abriéndonos como servicio cultural y crear un diálogo permanente con los espectadores, mientras que de puertas adentro, seguir apostando por la formación.
¿Has tomado como modelo alguna de las otras unidades de producción del INAEM? Parece que esa apertura a equipos externos es más similar al CDN actual que al clásico…
No es exactamente el mismo. Tiene cosas en común, seguramente porque también pienso que quizá sea un momento en el que los Centros tienen que abrirse más, pero es distinto. El de las coproducciones es un tema cuyo análisis se había iniciado previamente.
También has asegurado querer trabajar en el ámbito internacional.
Claro.Nadie podía pensar que en veinticinco años íbamos a tener un Clásico tan sólido. En este último periodo se han establecido las giras estatales y por Latinoamérica. También se iniciaron caminos hacia Europa, y creo que es un buen momento para desarrollar eso a fondo, y colaborar con instituciones semejantes, hermanas. Me gustaría que fuera con la Royal o la Comédie.
¿Qué tipo de obras? Recuperar inéditos, apostar nuevas visiones de los clásicos más clásicos?
Es necesario mantener las dos líneas. Pero también me gustaría establecer ejes temáticos para buscar una referencia con el público.
¿Has hablado ya con Eduardo Vasco?
Sí, cómo no… Hemos hablado y tendremos que seguir haciéndolo. Estoy contenta porque es la primera vez que una responsabilidad como esta atraviesa los vaivenes políticos, y evita los cambios post-elecciones. Con el Manual de Buenas Prácticas se ha intentado que los contratos se desarrollen durante, al menos, dos etapas. Además la transición de un equipo a otro, va a ser como está siendo ésta, muy orgánica.
¿Y con Natalia Menéndez?
También. Es evidente que la relación con Almagro es muy estrecha. No obstante, el cambio se hará efectivo en septiembre por lo que en esta edición del festival la CNTC estará a cargo de Eduardo todavía. Lógicamente, la relación con Natalia será estrecha, tenemos que trabajar codo con codo. Todos los que estamos en el mundo del clásico tenemos que colaborar, pero es que con Almagro tiene que ser más natural. Este año, durante el festival, estaré observando.
¿Vas a seguir dirigiendo en Ur?
No, no podré. La compañía seguirá con ‘Macbeth’, que estrenamos en mayo y seguiré figurando como directora de ese espectáculo, pero me tengo que apartar por el puesto que ocupo.
Pero Ur ¿sigue más allá del Macbeth?
Claro. Claro que sí.