Historia de una escalera/Antonio Buero Vallejo/CDN
Viejo estilo
Obra: Historia de una escalera
Autor: Antonio Buero Vallejo
Intérpretes: Gabriel Moreno, Victoria Rodríguez, Viky Lagos, Cristina Marcos, Rosa Vicente, Zorion Eguileor, Elena González, Chusa Barbero, Carlos Álvarez-Novoa, entre otros.
Escenografía: Oscar Tusquets Blanca
Música: Tomás Marcov Vestuario: Javier Artiñano
Dirección: Juan Carlos Pérez de la Fuente
Producción: Centro Dramático Nacional
Teatro Arriaga –Bilbao- 18-03-04
Antonio Buero Vallejo señaló con cierta amargura que «Historia de una escalera» se había apoderado de toda su producción dramática posterior. Ha sido un referente que desgraciadamente, casi nadie había visto sobre los escenarios. Estuvo treinta años sin montarse profesionalmente. El propio director de este montaje, Juan Carlos Pérez confiesa en el programa de mano que nunca la había visto representada. Estamos ante un hecho no tan insólito: existen muchas obras de teatro que viven en la mitología sin que apenas nadie de cuenta de su valor actual sobre las tablas.
En este caso nos encontramos con una producción de grandes posibles, con una escenografía que tiene un valor práctico sin olvidarse de sus valores artísticos, lo mismo que el vestuario, la iluminación o las técnicas de acompañamiento, pero sin embargo el texto se dice con el viejo estilo. Existe una mala concepción del respeto al texto, al tiempo en el que fue escrito, a sus modismos, a su significado histórico, que hace que en estos momentos la actuación planteada por la dirección en este montaje lo convierta todo en cartón piedra. Anula, por sus maneras estéticas tan antiguas, el mensaje.
El drama se convierte en melodrama, se roza el costumbrismo de manera abrasiva, se pierde en salvas todo lo que pueda contener hoy esta obra que ahora parece diluirse en su capacidad referencial debido a este mal montaje, a esta dirección excesivamente formalista en los movimientos, que obliga a unas actuaciones extravagantes, estereotipadas. Y el texto dicho así parece ser muy poca cosa, cuando las lecturas y la leyenda nos dejaban en el umbral de un realismo activo, ahora nos parece una crónica sentimentaloide, descontextualizada. Quizás sea un montaje revisionista del que debamos sacar algunas conclusiones más allá de su acierto o desacierto.
Carlos GIL