Historia del zoo/Edward Albee
Un banco y un cuchillo
Obra: Historia del zoo
Autor: Edward Albee
Intérpretes: Joan Ramón Pino, Jordi Galo
Iluminación: Luar Goldaraz
Dirección: Arturo Benítez
Producción: Grupo de Teatro y Estudio “Luis Vives”
Complejo Educativo –Eibar- 27-02-02
Desde que apreció esta obra de Edward Albee, sirvió para que todos los evangelistas de la interpretación según el denominado “método”, tuvieran un material textual, una situación, unos personajes, un desarrollo y un desenlace que venían a concretar todas las posibilidades objetivas de aplicar en su interpretación las claves fundamentales de esta manera de afrontar la creación de estos dos tipos que se encuentran casualmente en un bando de un parque y muestran la distancia existente entre dos seres humanos pese a compartir tiempo y espacio, y no solamente por una cuestión social, sino también sicológica, por lo que se creaba un monumento a la incomunicación. Dos seres sin nada exterior que los distraiga, sin ambiente que lo impida, pero que pese a hablar, escuchar, intentar relacionarse, todo se convierte en una confrontación de dos soledades, de dos discursos que no tienen prolongación al no encontrar nadie al otro lado, o a alguien que solamente se preocupa de su pequeño mundo.
Es una obra clásica, un ejercicio de actores, una gran prueba de dirección porque lo que es aparentemente sencillo, lo que transcurre dentro de una tensión dramática que hace intuir un desenlace trágico, la sorpresa final viene a significar una ruptura de todos los clichés sociales. Un banco y un cuchillo es todo cuanto lo que tienen los actores y director, acaso un libro como fuga, el resto es texto, tensión, interpretación, buscar en los más profundos escondites del ser humano los resortes que hacen comprensible su existencia. Hay sicología, pero por encima, hay situación y texto dramático. Albee, es en este texto, un precursor de Koltés. Pero menos agrio, más críticamente humanista. Dos tipos vulgares que se convierten en símbolos representativos de dos actitudes ante la vida.
Como se puede colegir, un texto así requiere de actores y dirección, y en esta ocasión nos encontramos con un trabajo de un grupo perteneciente al ámbito escolar, es decir, al ámbito aficionado, y se nota mucha más voluntad que acierto. Mantienen los mínimos imprescindibles para poder detectar los valores de la propuesta dramática, que no es poco.
Carlos GIL