“Historias de derribo”/La Tartana Teatro
Hubo una vez un barrio
Obra: “Historias de derribo” Autores: Inés Maroto, Juan Muñoz y Luis Martínez. Compañía: La Tartana Teatro. Manipuladores: Elena Muñoz, Carlos Cazalilla, Edaín Caballero y Gonzalo Muñoz. Actor: Antonio Del Olmo. Marionetas y escenografía: Inés Maroto y Juan Muñoz. Iluminación: Paloma Parra. Dirección: Juan Muñoz. Lugar: Teatro Arbolé (Zaragoza) Fecha: 23 de enero de 2010.
“Historias de derribo” la nueva producción de la compañía madrileña La Tartana Teatro, se presentó el pasado sábado en la sala Arbolé de Zaragoza ante un número de espectadores que no llegó a ocupar la mitad del aforo. No mucho público, pero el que asistió disfrutó y respondió con merecidos aplausos a una propuesta que ofrece sustanciales atractivos.
El barrio de La Tartana está reducido a su mínima expresión y gravemente amenazado. Sólo permanece un edificio en pie y se encuentra cercado por esas modernas construcciones que lo devoran todo. Su tiempo se acaba. Pero antes de perecer bajo el áspero leguaje de la dinamita, un narrador nos contará algunas de las vivencias que se sucedieron a lo largo de su historia.
Y como es teatro, y en el teatro todo es posible, veremos desfilar por el sentenciado edificio a personajes tan variopintos como un ama de casa que hace funambulismo en la cuerda de tender la ropa, una gallina ponedora, los Beatles, Charlot, un torero, una tonadillera, un cura, una cantante de ópera, un pianista, un director de teatro haciendo un casting para Hamlet… protagonizando escenas entretenidas y por momentos muy divertidas.
El espectáculo combina el trabajo actoral, con diferentes técnicas de títeres (mesa, varillas inferiores y siluetas). Los sketchs se desarrollan sobre un gran retablo, en este caso, convertido en un edificio de dos plantas con ventanas practicables que se abren y se cierran, para que aparezcan los diferentes personajes. Un narrador (interpretado por Antonio Del Olmo) hace de hilo conductor entre las diferentes escenas, dando continuidad y coherencia al conjunto. Varios manipuladores (en cámara negra) manejan cada uno de los muñecos, dando gran precisión a su movimiento y gestualidad.
Hay, en estas “Historias de derribo”, una dramaturgia bien construida, un buen trabajo actoral, una buena manipulación, una estética y un estilo general bien logrados, una temática y un contenido interesantes, pero por momentos, la propuesta se ve algo lastrada por el uso de elementos accesorios que se añaden al retablo para el desarrollo de algunas escenas, que dificultan la fluidez y entorpecen un tanto el buen ritmo del espectáculo. Aún así, la propuesta se deja ver bien y es absolutamente recomendable.
Joaquín Melguizo