Hombres, mujeres y punto.
El fin de la trilogía Obra: HOMBRES, MUJERES Y PUNTO. Intérpretes: Agustín Jiménez, Bermúdez, Goizalde Núñez, Eva Hache, Nuria González y Goyo Jiménez
Directores: Ana Rivas y Miguel Contreras
Primero fueron los hombres, poco después llegaron las mujeres. Ahora, proclives a la unidad, regresan de la mano Ellas y Ellos, para echarse en cara todo lo que en los dos capítulos anteriores, no osaron decirse, en un más que intenso, vis a vis. El quinteto inicial, gozó de la novedad, de la juventud de un club original de comediantes y de la popularidad de los “confesos” que sacaban a la luz sus trapos sucios. La “sección femenina” fue la inevitable réplica. Con unos textos brillantes, inteligentes y una selección de actrices más cuidada que la de sus antecesores, superaron en éxito y calidad el primer envite.
Según los guionistas y directores de esta tríada, había que colocar la guinda a un pastel que ya nos empezaba a empachar. Para ello, habría que unir las dos versiones. Dos parejas, una legión de rostros archiconocidos, una especie de historia, de argumento lineal, que sirviera de hilo conductor a unos monólogos pobres, retrógrados y, en algunos casos, insultantes… Y ya tenemos otro éxito. Así de fácil… Eso han creído los guionistas de la tercera entrega; porque uno llega a preguntarse cómo se puede escribir algo así en el siglo XXI; cuando cada día un “señor” es noticia por haber matado o maltratado a una mujer por la sencilla razón de iniciar los trámites de una separación, por la sencilla razón de querer vivir, de querer ser una persona independiente.
En la actualidad no se debe hacer humor, y menos cuando éste es zafio, ruin y de mal gusto, con el machismo. Hoy en día, se debe ser un poco más inteligente para escribir un texto. Hoy en día un actor, o alguien que se sube a un escenario “jugando” a ser actor, debe tener dignidad para elegir, para defender un texto o para no defenderlo si ese texto, si ese guión, no mereció ni ser pensado.
“Hombres, mujeres y punto” es un pobre punto y final a una trilogía sin calidad, a una serie de monólogos que brillaron un poquito cuando fueron “ellas” las protagonistas. A un espectáculo que ha pretendido llamarse teatro, porque sus carteles iluminaban las paredes de un recinto destinado a tal efecto. A un espectáculo en el que cinco personajes conocidos, cinco humoristas, algún que otro actor o actriz, se declaraba víctima del egoísmo del marido o del feminismo radical de su parienta. La saga “puntos com” ha jugado con los efectos especiales, con la complicidad de actores, presentadores, rostros familiares, que han prestado su imagen a un proyecto para el cual, yo personalmente no lo habría hecho; no ya por el juego de hacer teatro cuando de eso, los creadores de esta empresa, parecen no tener ni idea; sino por este colofón fatal.
Por esta tercera entrega que considero insultante, inconsciente y peligrosa. Hay que ser muy cuidadoso con lo que se escribe. No se debe jugar a hacer chistes con el machismo… Sobre todo si para ello viajamos a una época en la que el hombre era el dueño absoluto de la conciencia de la mujer… Hoy en día mueren muchas mujeres por seres que continúan pensando así, por hombres jóvenes que ríen a carcajadas con un señor que sobre un escenario insulta a su supuesta esposa porque ésta ha decidido no pasar el resto de su vida lavándole sus calzoncillos.
Hay que tener mucho cuidado cuando se escribe un texto, sobre todo, si ese texto va a ser el guión de una comedia. Hay que ser muy inteligente para hacerlo bien y los creadores de “Hombres, mujeres y punto” parece que de esta cualidad, andan escasitos.