Homenaje a las mujeres que poblaron las cárceles vascas durante la postguerra
Marea Teatro estrena en el Arriaga ‘Las que fueron silencio’, un texto de Alberto Iglesias con dirección de Javier Hernández-Simón
Las que fueron silencio’ es el homenaje teatral de Alberto Iglesias a las mujeres a las que se les intentó arrebatar la libertad y la dignidad, y a todas las personas que tuvieron que vivir en silencio durante la dictadura de Francisco Franco. Producción de Marea Teatro, se estrena en el Teatro Arriaga de Bilbao del 2 al 5 de marzo, con dirección de Javier Hernández-Simón y la interpretación de Itxaso Gil, Irene Bau, Lucía Lasarte, Vene Herrero, Itxaso González, Nagore Navarro, Gabriel Ocina y Unai Izquierdo.
La obra pretende rescatar lo ocurrido durante los últimos años de la guerra civil y los primeros años del franquismo, cuando se concentraron en el País Vasco, como en ningún otro lugar de España, numerosas cárceles de mujeres represaliadas por sus ideas políticas. “En esas cárceles se cometieron todo tipo de atropellos contra los derechos individuales de las personas. Se procuró de forma sistemática terminar con la individualidad y femineidad de aquellas mujeres que tan sólo fueron culpables de defender los ideales en los que creían; hambre, suciedad, hacinamiento, torturas, vejaciones, robos de niños fueron algunas de las constantes medidas que se tomaron para acabar con la voluntad de fueron nuestras madres, y nuestras abuelas… -explica el director, Javier Hernandez-Simón-. Gracias al trabajo incansable de numerosos investigadores entre los que cabe destacar el de Tomasa Cuevas, han llegado hasta nosotros testimonios de primera mano de aquellas mujeres que sobrevivieron al genocidio ideológico que supusieron los primeros años del franquismo”.
Josefina, Magdalena, Dolores Isabel, Rosario… son los nombres de las protagonistas, auténticas heroínas para Alberto Iglesias, que define su obra como “un puzzle formado por muchas mujeres que habitaron lo inhabitable, que no merecieron nunca lo que les pasó, y a las que jamás se les ha hecho justicia. Este grupo, pensado desde la dramaturgia como una pequeña cédula de la resistencia antifranquista, sólo pretende hacerse escuchar allí donde nadie quiere escucharlas. Esa es su tarea, ese su conflicto y ese su drama”.
Iglesias se niega a “pasar página”, a acomodarse en el silencio y dejar todo aquello atrás. “En ocasiones, callar es mentir. Y ésta es una de esas ocasiones en que la palabra tiene la obligación de abrirse paso y levantar el telón y destapar las heridas para que el aire acabe de curarlas y así evitar que se pudra la carne de la historia; pues eso sería condenar nuestro presente. Hablar, repetir lo dicho, hasta que cale, hasta que los huesos lo entiendan. Esa es la tarea de esta obra. Sabiendo que entonces, y solo entonces, podremos respirar con libertad”.
“Con esta obra no pretendemos reabrir viejas heridas, sino más bien lo contrario, queremos esclarecer el pasado, guardarlo en nuestra memoria y así poder seguir hacia adelante como la sociedad mayor de edad que pretendemos ser -añade Hernández-Simón-. Los hechos narrados en esta obra, heredera del teatro documental londinense, no ocurrieron a miles de kilómetros, sino que sucedieron en lugares tan reconocibles como Amorebieta, Bilbao, Eibar, Mutriku o Durango. Lugares cuyas calles pisamos a diario sin saber lo que ocurrió en ellas no hace tanto tiempo”.
La memoria no sólo sirve para recordar los peores episodios de esta historia, ya que a través de los testimonios recogidos, el equipo ha descubierto “centenares de pequeños y grandes acontecimientos, perdidos en el tiempo, que nos devuelven la esperanza en la raza humana y en el futuro. Me refiero sobre todo al comportamiento ejemplar de las gentes de aquellos pueblos en los que se ubicaron dichas cárceles y de cómo se volcaron para hacer la vida de las presas algo más llevadera”.