El Chivato

Homenaje a Miguel Mihura en el Teatro María Guerrero de Madrid

Las jornadas de homenaje al autor teatral Miguel Mihura, organizadas por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), adscrita al Ministerio de Cultura y el Centro Dramático Nacional, se van a desarrollar los días 21 y 28 de noviembre y el 12 de diciembre en la Sala Margarita Xirgú del Teatro María Guerrero (calle Tamayo y Baus, 4, Madrid). Hoy lunes 21, a las 19:00 h., bajo el lema «Mihura y sus personajes inverosímiles», participarán Mariano de Paco, Virtudes Serrano, Luis García Jambrina y Ernesto Caballero. El día 28, con «Mihura y el teatro de humor», lo harán Arturo Ramoneda, Julián Moreiro, Antonio Tordera e Ignacio del Moral, y el día 12, con «Humor gráfico y cine en Mihura», intervendrán Oti Rodríguez Marchante, Julio Cebrián, Máximo San Juan y Antonio Mingote.
Autor polifacético donde los haya, desde 1933 a 1951 Mihura se dedicó al cine, como guionista y como adaptador de algunas de sus comedias. Entre otros cometidos, se le debe el doblaje de Una noche en la ópera (1935), de los hermanos Marx, y la colaboración en el guión y diálogos de Bienvenido, Mr. Marshall (1952).
Tras la guerra civil, escribió Ni pobre ni rico sino todo lo contrario (1939), con Tono; y con Calvo Sotelo, ¡Viva lo imposible! (1939). En 1941 fundaba y dirigía La Codorniz, junto a Manuel Halcón, una publicación que reúne lo más granado del llamado «humor codornicesco», que tuvo una importancia capital en el teatro español de la posguerra. Junto a Mihura, múltiples autores practicaron un tipo de humor cuyas variadas denominaciones explican mejor que cualquier teoría el estilo e intención del grupo: inverosímil, imposible, ingenuista, poético, irreal, y, posteriormente, absurdo.
Dejó la revista en 1947, mas para entonces ya había iniciado su carrera como dramaturgo, relegando el aspecto alternativo de su humor, para ponerlo al servicio del público con obras en las que predomina lo anecdótico, los efectos teatrales, y cierta tendencia al ternurismo. Escribía, como él no teme confesar, para entretener al público y ganar dinero, lo que no obsta para encontrarse con planteamientos escénicos de alto nivel.
A partir de los años cincuenta, y hasta su muerte, Mihura fue un habitual de las carteleras españolas, un autor al que se le pedían más comedias de las que él quería escribir, y un clásico de la escena, como demuestran muchas de sus continuas reposiciones, principalmente, de Tres sombreros de copa.


Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba