House (La imposible convivencia)
Jerusalén, la santa ciudad que maltrata a sus profetas, espacio que cobija las tres religiones monoteístas, zona de conflictos permanentes entre israelíes y palestinos, Jerusalén el codiciado tesoro, es el centro de la obra House del israelí Amos Gitai. La idea es directa: relatar la historia de una casa en la que han habitado palestinos, antes de 1948 y después, israelíes.
En escena los andamios de una casa en construcción y diferentes testigos, habitantes actuales, sombras del pasado que llegan a llorar su hogar perdido y dos palestinos actuales que son la mano de obra de esta construcción interminable.
Amos Gitai es en principio un cineasta que para la ocasión utiliza al teatro para plasmar su inquietud por el futuro de la ciudad santa. La obra de teatro nace de un documental del mismo nombre estrenado en 1980, prohibido en Israel y que le valió a Gitai diez años de exilio en Francia. Ahora incursiona en el Teatro de la Colina de París con una obra melancólica que nos deja en suspenso en cuanto una salida del conflicto interminable de Medio Oriente.
House es la representación de una Babel escénica, obra en cinco lenguas, Hebreo, Árabe, Idish, Inglés y Francés. Reto imposible, ¿en qué lugar del mundo se va a presentar una obra en esos idiomas mesclados con una fluidez asombrosa? Y de un nuevo Jerusalén, el espacio de una herida que no se cierra, muestra de las principales lenguas habladas en la ciudad, ahí todos sufren, todos disfrutan de la bondad de la bendita Jerusalén; ciudad de peregrinos que no admite turistas y en donde aprendemos con mayor sentido que en esta tierra sólo estamos de paso, pasajeros de nuestra historia. El estrecho espacio de la ciudad vieja es historia pura y cada piedra canta. Y en la obra House se escuchan unos cantos abismales que nos lleva a la esencia de los muros, aunque también hay percusiones delirantes como disparos.
Gitai presenta con toda su fuerza lo irresoluble del problema y cuando se llega a ese callejón sin salida la música nos alivia de nuevo y nos da un tiempo de reflexión. Cuando más álgida y desesperante es la situación en escena, de pronto esas voces a capela llegan como un bálsamo.
Transcribo dos diálogos que me parece que dan el tono de la obra. Primero un doctor palestino que regresa a la que algún día fue la casa de su familia: Había disparos entre Árabes y Judíos; así que tuvieron que abandonar la casa. Todos tenían miedo de que los mataran los judíos, ya sea Irgun o por el grupo Stern. Y finalmente el gobierno israelí la confiscó pues pertenecía a los ausentes. Mi hermano murió y sus hijos se dispersaron, nunca han podido regresar. Lo único que saben es que aquí tenían una casa, pero nunca quisieron saber más, nunca preguntaron nada. Antes yo apoyaba la coexistencia entre árabes y judíos, pero ahora, honestamente, no veo ningún medio para alcanzar ese ideal.
Y ahora una israelí habitante de esa casa: Recuerdo a ese médico que con tristeza vino a ver la casa de su infancia, ahora habitada por otros, en un país que ya no es el mismo…, hay que decir las cosas como son. Me hubiera gustado que tocara a la puerta y me hubiera dicho: Escuche… y yo le hubiera respondido: lo siento, pero el caso es que yo no escribí la historia. Y para que negarlo, tampoco la quiero deshacer. No la escribí, pero tampoco quiero borrarla. Tal vez corregir algunas cosas. Aunque mire, cuando voy a Turquía y veo la casa en la que nací, lloro sin poder visitarla. Por supuesto que es menos trágico que lo que ocurrió aquí, pero la historia es así. No sé si hubiera podido ocurrir de otro modo, no sé. Pero hubiera sido interesante que nos hubiéramos conocido.
Los actores son de una verdad desconcertante: estamos ante verdaderos testigos de lo que ocurre en la ciudad. Escuchando a unos y a otros en escena nos parece que son los verdaderos habitantes de la casa, trabajadores de la vida que luchan por sobrevivir sin extremismos. Después de la representación parece que regresamos de un viaje que nos llevó a uno de los barrios de la ciudad. Fuerza del buen teatro que recrea atmósferas y nos trasporta.
House, teatro documental para provocar emoción y reflexión sin dar ninguna pauta de solución. Ante el conflicto árabe-israelí todos tenemos nuestras ideas y será difícil cambiar nuestra opinión. Amos Gitai no lo intenta, presenta el drama con valentía, honradez y hondura.
París, abril de 2023
PD. Desgraciadamente lo que ocurre en estos días en Israel recuerda que la herida sigue abierta y sangra en cada nueva víctima.