Hoy no me puedo levantar/Drive Entertainment
Sin embargo al público le gustó
A pesar del importante despliegue mediático, ‘Hoy no me puedo levantar’, el musical ideado por Ángel Suárez y Nacho Cano en el año 2004, no consiguió llenar en su estreno el Teatro Principal de Zaragoza. Supongo que este hecho tiene cierta relevancia para un evento que está diseñado como una máquina de hacer dinero. Y no es que sea malo que un espectáculo teatral pretenda hacer mucha caja. El problema viene cuando ese objetivo se coloca por encima del puramente artístico.
La calidad artística debería convertirse en motor del éxito y no terminar siendo su víctima. Es cierto que el público asistente respondió con entusiasmo y jaleó puesto en pie desde que se iniciaron los dos últimos números del espectáculo. Sí, hubo mucho entusiasmo desbordado pero también condescendencia a raudales. El público suele conformarse con muy poco, y en este caso, más allá de la fácil conexión de los seguidores de Mecano con sus melodías pop, no hay casi nada que teatralmente justifique tanta algarabía. No olvidemos que el musical no es sino una obra teatral que cuenta con números musicales y coreográficos como parte importante de su estructura.
El espectáculo cuenta con una buena producción. Destacan el diseño escenográfico de Ana Garay (lástima que su utilización termine siendo reiterativa y previsible), la iluminación de Carlos Torrijos y una banda que defiende los temas con sobrada profesionalidad. Ni siquiera a nivel coreográfico vemos nada que sea verdaderamente espectacular, aunque hay dos momentos que brillan por encima de los demás: la coreografía del inicio y la que acompaña al tema ‘Un año más’. Y entre las cosas también destacables cabe mencionar el número de acrobacia aérea con telas. El resto fluctúa entre el muy poco que ofrecer y algunas deficiencias de evidente envergadura. Que el actor principal no vocalice (ni al hablar ni al cantar) ya es un importante lastre. Si el problema se extiende a otros miembros del elenco, si no hay ritmo en el fraseo y los personajes carecen de profundidad (se mueven entre lo plano y el cliché estereotipado) no puede haber otro resultado que el desinterés por lo que ocurre en escena. Bien porque carece de emoción, bien porque es agotador intentar descifrar qué están diciendo. No es demasiado pedir que alguien que sube a un escenario sea capaz de proyectar, vocalizar y dar un mínimo de intención y sentimiento a lo que dice y hace.
Dejando a un lado en qué medida la “movida madrileña” fue lo que ahí se dibuja y el grado en que las canciones de Mecano son representativas de la misma, el libreto de David Serrano es en exceso superficial, abusa de tópicos, es demasiado previsible, tiene poca entidad argumental y el encaje de varias canciones más que forzado. “Cruz de navajas” o “Me cuesta tanto olvidarte” incluso contradicen la trama a la que deberían servir. Cierto que en la segunda parte la historia de Colate le da cierto grado de solidez, pero no es suficiente para poder salvar el espectáculo. Falta trabajo dramatúrgico, dirección, interpretación (el Panchi de Diego París sí que por momentos parece un personaje). Y respecto a lo que provoca en el espectador, falta interés y emoción. Aunque al público le pareció que todo estuvo muy bien.
Obra: Hoy no me puedo levantar Letra y música: José María Cano y Nacho Cano. Libreto: David Serrano. Produce: Drive Entertainment. Intérpretes: Xavi Navarro, Tania García, Daniel Figueroa, David Carrillo, Diego París, Alejandro Vega, Cristina Rueda, Paula Berenguer y Cristina Murillo. Cuerpo de baile: V. Cardá, S. Ebiole, M. Fernández, C. Hausmann, E. Menéndez, V. Perez, A. Pituelli, M. Vega, G. Vergés, A. González, R. Jiménez, D. Rodríguez, G. Mínguez, M. Montojo, C. Soto, J. Vachiano, J. Bolance, F. J. Marcos. Músicos: G. Tradarti, J. D. Fidalgo, R. Santos, X. Viader, P. Rosello. Escenografía: Ana Garay. Iluminación: Carlos Torrijos. Vestuario: Mila Bentabol. Coreografía: Tino Sánchez. Director musical: Giovanni Tradarti. Dirección: David Serrano. Teatro Principal de Zaragoza 26 de mayo de 2011.
Joaquín Melguizo