Huelga fantasma
Los propietarios de la inmensa mayoría de farmacias de Castilla-La Mancha se declararon en huelga para reclamar a la administración el cobro de los atrasos de los fármacos expendidos a los enfermos medicalizados desde el servicio público de salud. La medida de fuerza, inusitada en estos tiempos, tuvo una respuesta virulenta del nuevo equipo de gobierno, pero hemos sabido que se ha ido pagado algo así como un tercio de la deuda atrasada.
Hemos visto un reportaje de un periódico de Castilla y León en el que algunas de las compañías más punteras, relatan su situación de precariedad económica, y dan cifras de lo que les deben a ellas, y lo que deben a su proveedores, trabajadores, impuestos, tasas y cotizaciones, y nos encontramos con una realidad tozuda que, por desgracia, se extiende manera poco discriminadora a la inmensa mayoría de compañía, grupos, productoras y demás figuras de gestión de los espectáculos. Recuérdese que una compañía tan laureada y con un potencial tan importante como es Animalario, ya denunció que no saldría de gira si no cobraba los atrasos de otras actuaciones anteriores o se comprometían a pagar los contratantes por adelantado parte de los gastos.
Es decir, objetivamente, los empresarios, los trabajadores y todo el entramado de las Artes Escénicas, con excepción de funcionarios y asimilados, tienen motivos sobrados para declararse en huelga, reivindicar con medidas de presión el cobro de sus contratos ya cumplidos, y exigir que en las actuaciones firmadas, exista la previsión de dinero para pagarlas. Pero utilicemos ahora el lenguaje arcaico que a lo mejor nos va sirviendo otra vez, ¿existen las condiciones objetivas para realizar estas movilizaciones, huelgas o protestas? Lo de la huelga sería un entelequia, una auténtica huelga fantasma, porque se declararían en huelga precisamente por no poder trabajar, que ese es el drama paralelo que se vive. Protestar, sí, pero ¿ante quién? La respuesta no es fácil, desde luego, porque aquí hay muchas ventanillas para pedir papeles, pero la caja es única, todo viene de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos.
De manera todavía más tangencial, ¿con quién? ¿Tiene FAETEDA alguna virtualidad vindicativa conviviendo los grandes, los pequeños y los insignificantes en la misma barca manejada por el Gran Capitán? ¿Los sindicatos de actores, de técnicos, contra quién lanzarían la protesta? ¿Un movimiento de indignados como los del 15-M podría ser una solución alternativa? ¿Existe alguna posibilidad de una mínima unidad para plantear a las administraciones medidas urgentes?
Los que tenemos experiencias acumuladas, recordamos plantear en los principios de los ochenta del siglo veinte, huelgas a la japonesa, es decir, provocar actuaciones múltiples para hacerse ver, visualizarse, manifestarse y actuar. Esto hoy es imposible. Las cosas han cambiado mucho. Antes existían grupos, colectivos, cooperativas, no había contrataciones externas, no se cotizaba a la SS, los espacios de representación existentes estaban en transición, al frente de su gestión existían cómplices que cedían su sala, su frontón, la plaza. Incluso había una generación de políticos recién llegados a la vida democrática que se mostraban auténticamente preocupados, existían ideas de qué hacer con la Cultura, se daba por supuesto que el Teatro era necesario y solamente le faltaba mayor apoyo económico.
Ahora todo está atado y bien atado. Los locales de titularidad pública debe pasar por un proceso burocrático que coacciona cualquier actitud solidaria, además de existir una casta funcionarial que no tiene ni preparación ni noción de la gravedad social y democrática a la que está abocada la cultura y muy especialmente en las Artes Escénicas por sus peculiaridades de tener que realizarse con la presencia de los creadores y no poder reproducirse industrialmente, pese a lo que los profetas del neoliberalismo a cuenta del presupuesto general defienden para los otros, nunca para ellos, claro está.
Por lo tanto, la situación no deja muchas salidas. En la parte más afectada, con condiciones laborales que costaron conseguir y que se consideran adecuadas, pero en estos momentos muy difíciles de cumplir porque en buena ley, nadie puede actuar sin tener declarados a su trabajadores y dados de alta en la SS con sus cotizaciones correspondientes, nadie puede teóricamente trabajar sin cobrar sus salarios, y eso, es uno de los problemas, porque se debe añadir el transporte, la manutención, el hospedaje, y para hacer una actuación se deben adelantar unas cantidades de dinero que, después del deterioro continuado durante varios años causado por los retrasos en los pagos y la falta de nuevas contrataciones, no existe ese fondo de financiación.
Sí, la situación es muy grave. Además de lamentarse, hay que organizarse, mantener la dignidad profesional, y encontrara la manera de sobrevivir y después de respirar y buscar respuestas rápidas de quienes tienen los boletines oficiales y los presupuestos, porque estamos en proceso electoral y después del 20-N, veremos la auténtica cara de los lobos que ahora van disfrazados de corderitos.