Igor Calonge dirige la pieza de danza ‘Avalancha’ de Hika Teatroa
La sala Lasarte de Igorre acogerá el 26 de octubre el estreno de la pieza de danza contemporánea ‘Zaparrada/Avalancha’, última producción de Hika Teatroa que dirige Igor Calonge e interpretan Myriam Perez Cazabon, Noemi Viana y Agurtzane Intxaurraga.
La peculiaridad de este proyecto reside en el encuentro de los responsables de dos estructuras de trabajo muy distintas en torno a la escena: Agurtzane Intxaurraga de Hika Teatroa, e Igor Calonge de Cielo rasO. «‘Zaparrada/Avalancha’ es una ocasión para aprender del otro, compartir recursos, unir fuerzas y, seguramente, volver a descubrir creciendo en el proceso. Trabajar juntos repensando, cuestionando, arriesgando, y dando al público lo mejor», explican.
Sobre la obra
Todos nos imaginamos esa mole de nieve acercándose amenazante. Lo habremos visto en infinidad de películas, dibujos e ilustraciones, levantando a su paso una enorme capa de una apariencia hermosa. Lo primero que nos viene a la cabeza es huir, salir corriendo, escapar. Pero a veces es imposible hacerlo, y la avalancha, sí o sí, te atrapa mientras la miras anonadada. A sabiendas de que la decisión correcta seguramente sea la de recibirla como algo nuevo y emocionante. Ese es justo el momento que nos interesa, ese instante previo a ser engullida, y en el que tu cuerpo te enfrenta a ella con una rebeldía elegante, pero muy humana. Una «avalancha» de emociones jamás conocida. Una tragedia de la cual, irremediablemente, emergen nuevas obras.
‘Zaparrada/Avalancha’ es una propuesta sin texto, cuyo origen está en las reflexiones de Agurtzane Intxaurraga: “El mapa de una piel surcada, la radiografía de unos huesos que emiten pequeños sonidos, certezas que indican el paso del tiempo en tu cuerpo. Un cuerpo que, a pesar de ello, se mueve sin perder el ritmo, más lentamente quizás, pero mucho más consciente de cómo lo hace y de por qué lo hace, generando coreografías armoniosas llenas de silencios”. Cuando la vida pasa, la vida se va acercando a lugares extraños que uno debería acordar consigo mismo previamente, porque, de lo contrario, la avalancha de la “vejez” puede ser mortífera.