Aclárate la voz

In-sumisa

«Sumisa a todas horas, sumisa bajo la ley, sumisa aunque no quiera y sin que sepa por qué. Sumisa bajo sospecha de su ardiente patrón que cada día descarga la fuerza de su razón. En el nombre de quién has perdido la voz convertida en rehén de tu dueño y señor. Sumisa tiene sus dudas sobre el antiguo poder que aún dirige sus pasos sin que ella sepa quién es. Sumisa sin confidente que alivie un poco el dolor, sumisa fuente de vida, sumisa sin condición. En el nombre de quién has perdido la voz……» (Luz. «Un mar de confianza»)

Tara no ha perdido la voz. Tara es el nombre falso, de una niña iraní de trece años que, con un pañuelo blanco cubriéndole la cabeza, se ha rebelado contra la ley establecida impuesta por la Revolución Islámica de 1979. Ley que, en una interpretación extremista del Corán, prohíbe las vocalistas femeninas. La pasión de Tara Salehi por la música quiere estar lejos de todo gesto político pero, quizás sin pretenderlo, se está convirtiendo en un símbolo para los opositores al régimen de los ayatolás. Su video colgado en You-Tube cantado el tema de la británica Adele,»Someone like you» ha tenido más de 400.000 visitas y generado infinidad de artículos en la Red. El joven que colgó el video en la red se ha apresurado a comunicar que Tara está contenta del éxito obtenido y que se encuentra fuera de peligro. Recordemos que según la ley islámica una mujer puede ser condenada a la horca a partir de los nueve años y un hombre a partir de los quince. La máxima pena se ejecuta en castigo a delitos como el homicidio, la violación, el robo con arma, el adulterio y la apostasía.

Tara al igual que muchos jóvenes iraníes buscan respirar y expresarse, en el interior de sus casas, en los cibercafés y en las teterías clandestinas escuchan y tocan música occidental rompiendo la norma establecida por los Guardianes de la Revolución e incurriendo en «haram», práctica prohibida.

Un texto escrito, como el Corán o la Biblia, repleto de narraciones, fábulas y parábolas puede tener muchas lecturas e interpretaciones. Y esas interpretaciones dependerán de la mirada del lector. Con respecto al canto hay diferentes interpretaciones y posiciones. El islam permite cantar pero con ciertas limitaciones, por ejemplo, el tema de la canción no debe estar en contra de las enseñanzas del Islam. Un canto a la bebida, o que estimule el pesimismo y la desesperación, que despierte pasiones que exciten los instintos más bajos, sería «haram». También la forma de cantar tiene sus restricciones; los movimientos corporales no deben despertar el deseo que impulsen a cometer actos «haram».

El Islam se opone al exceso y a la extravagancia, así que no se puede dedicar demasiado tiempo al entretenimiento. Cantar es «halal», práctica permitida, en las bodas, nacimientos, recibimiento a viajeros, etc. Dependiendo de la rigidez de la interpretación que se haga de los textos el canto no puede ir acompañado de instrumentos musicales; las mujeres solo podrán cantar delante de otras mujeres y no ante hombres aunque estos sean parientes. La voz de la mujer se encuentra «castrada socialmente». Tara con sus trece años ha dado un paso por el filo de la navaja rasgando esa ley.

Otras voces dentro del Islam dicen que si el canto es un instinto humano que se encuentra en infinidad de actos, ¿cómo se puede pretender que el Islam vino a desafiar a los instintos de la humanidad? El Islam llegó más bien a perfeccionar y promover el instinto humano.

La cuestión es, otra vez, el que se entiende por perfeccionar el instinto humano.


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