Sangrado semanal

In-vestida

Hay actrices que se desnudan en escena sin ningún pudor. Creo que pueden hacerlo porque saben cómo hacer para salvaguardar el secreto detrás de sus ojos. A pesar de estar desnudas, siguen encarnando un misterio puro. Sus ojos ocultan mucho más de lo que su cuerpo aparentemente muestra. Ahí reside, creo yo, una de las claves del buen desnudo escénico. Y digo creo, porque yo, hasta ahora, nunca me he atrevido a hacerlo. Por eso para mí, las mujeres que lo hacen, que han logrado hacerlo, son maestras que tienen mucho que enseñarme, ya que saben enseñar partes que yo, prefiero mantener ocultas.

Ester Bellver sale completamente desnuda a escena desde el comienzo hasta el final de su obra Protagonizo. Y así transita por la hora y media que dura este especialísimo y personalísimo espectáculo, a excepción de ciertos objetos que saca, porta y usa para volver a guardar después. En su discurso post-parto escénico, Ester Bellver hace distinción entre el DESNUDO y el IN-VESTIDO que, a su entender, son cosas bien distintas. Hacer un desnudo implica estar previamente vestido. Trabajar In-Vestida significa actuar sin ropaje alguno que te signifique.

Sexo, sexo, sexo. El aspecto sexual está presente en el 99,9 % de los desnudos que se realizan sobre el escenario. O quizás, el componente sexual no esté tan presente en el cuerpo desnudo que se muestra, como en los ojos de quien mira. Sea como sea, lo cierto es que resulta fascinante. Pon un cuerpo desnudo en escena. Los espectadores no podrán quitarle el ojo de encima. Al menos durante los primeros 30 segundos. Después, si no haces nada, el asunto se agota. O eso dice la leyenda. Pero yo creo que no. Creo que el desnudo ejerce tal fascinación que la gente seguirá mirando hasta que le apaguen la luz o se les caigan los ojos de sueño.

Precisamente, por la facilidad de atracción que ejerce sobre la mirada, desnudarse en escena puede resultar tan gratuito como hacerse un corte en la rodilla. Cosas fáciles y efectistas. Puede ser. Pero hay que hacerlas. Hay que subir a escena y desnudarse. Hay que subir a escena y hacerse un corte en la rodilla. Y si no, que se lo digan a Angelica Liddle.

Después de haber visto y oído a Ester Bellver me queda clara una cosa. Hagas lo que hagas en escena, debe estar sustentado en un discurso. Como artista, hay que tener discurso. Quizás ese discurso esté enterrado bajo capas y capas de maquillaje y purpurina, pero debe existir. Aunque esté a cuatro mil leguas de viaje submarino de la acción que estés desarrollando en escena en estos precisos momentos, debes tener discurso. Así que si quieres desnudarte, desnúdate. Pero procura que tu desnudo sea la punta de un gran iceberg.


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