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‘Incendios’ de Wajdi Mouawad regresa al Teatro de La Abadía

‘Incendios’ de Wajdi Mouawad, con dirección de Mario Gas, regresa a La Abadía madrileña tras haberse convertido en uno de los grandes montajes de la temporada. El espectáculo cuenta con un reparto al que se incorporan en esta nueva etapa Candela Serrat y Germán Torres, sustituyendo a Carlota Olcina y Edu Soto. Las funciones tendrán lugar en la Sala Juan de la Cruz del 21 de junio al 16 de julio.

El pasado 14 de septiembre el Teatro de La Abadía inauguraba la temporada 2016/17 con una obra clave del siglo XXI: ‘Incendios’ de Wajdi Mouawad, bajo la dirección de Mario Gas. Desde entonces lo han visto más de 46.000 espectadores, sumando el periodo en La Abadía y la extensa gira por el Estado español. El éxito cosechado desde el estreno, con el apoyo de la crítica y el público, que agotó las entradas en apenas dos semanas, precipitó el regreso de ‘Incendios’ a Madrid para cerrar la programación de esta misma temporada. Esta producción de Ysarca y Teatro de La Abadía, en colaboración con Teatro del Invernadero, volverá a la Sala Juan de la Cruz del 21 de junio al 16 de julio de 2017.

En esta tragedia contemporánea llena de evocaciones clásicas, estrenada originalmente en Canadá, de la mano de un autor-director de origen libanés, los personajes luchan contra un destino que les confronta sin remedio con el pasado. La producción española de ‘Incendios’ ha reunido a un reparto encabezado por Núria Espert, junto a Ramón Barea, Lucía Barrado, Álex García, Alberto Iglesias, Laia Marull, y las incorporaciones de Candela Serrat y Germán Iglesias, que en esta nueva etapa sustituyen a Carlota Olcina y Edu Soto.

‘Incendios’ cuenta tres historias emparentadas: la de Nawal (interpretada por Espert y Marull, en diferentes edades) desde que se enamora del joven Wahab y se queda embarazada, hasta su muerte; la de su primer hijo, del que la separan nada más nacer y a quien busca, incansable, durante toda la vida; y una nueva búsqueda emprendida por sus hijos gemelos para llegar a la verdad de su pasado, a la verdad de Nawal, que representa a la mujer de cualquier país en guerra —violada y humillada— pero también la historia de todo un país. No se nombra en qué país transcurre esta historia, pero se debe de situar en Oriente Próximo.

La trama comienza con la muerte de Nawal. Y en ese mismo día, en la lectura de su testamento, ella abre la puerta a su silencio y a sus secretos, a los misterios dolorosos de una familia, porque como afirma el propio Mouawad “somos casas habitadas por un inquilino del que no sabemos nada”. Ha dejado a sus gemelos, Jeanne y Simon, un cuaderno rojo, una chaqueta de tela verde y dos sobres que comportan una petición llena de consecuencias, como otras tantas cajas de Pandora, orígenes de males y maravillas, cuyo contenido arrastrará a los gemelos hacia un pasado desconocido, hacia un continente lejano, hacia un segundo nacimiento. “La infancia es un cuchillo clavado en la garganta. No se lo arranca uno fácilmente” prosigue el autor. “Solamente las palabras tienen el poder de arrancarlo y calmar así la quemadura”. Porque Mouawad es un iluminador, un incendiario, pero del fénix que renace de sus cenizas. Incendios habla de ese renacer, del origen y de los fuegos que a veces hay que sembrar para encontrarse con uno mismo.


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