Intempestivo desalojo de Contraelviento Teatro de su sala
El fin de semana pasado en un acto violento, prepotente e ilegal, la dueña de la casa donde venía funcionando nuestra sala de teatro en Quito nos desalojó. Sin mediar argumento de ningún tipo, de un momento a otro, intempestivamente nos encontramos con nuestras pertenencias en la calle (equipos técnicos de luz y sonido; escenografías, utilerías, vestuarios; mobiliario, etc.). La arrogancia, irrespeto e ilegalidad de este acto solo muestra cómo en nuestro país, frente a cualquier circunstancia todavía prevalece el poder que da el dinero. La señora Gladys Álvarez propietaria de la cadena de comidas rápidas Frutería Monserrate es la agresora a nuestra dignidad. Y, a pesar de que nos asiste la razón, la moral y la ley, no nos dio tiempo de reaccionar.
Penosamente el teatro sigue visto como una actividad repudiable hecha por personas que se merecen un trato de desprecio. Esto, sin embargo, ha fortalecido nuestra necesidad de resistir y mantener nuestra decisión de construir nuestra pequeña patria secreta de dignidad y libertad en el teatro. Aunque hemos iniciado una demanda legal, ésta solo busca resarcir la moral agredida. No es nuestra intención volver a ese sitio.
En nuestra biografía profesional de 19 años hemos aprendido que respetar al teatro es respetarnos a nosotros mismos. Que éste es un valor que hemos sabido cuidar. Por eso no es un negocio, ni una actividad de tiempo libre, ni siquiera nuestro empleo, es el ámbito de sentido donde se realiza nuestra existencia, es la patria donde somos ciudadanos con plenos derechos. Más que nosotros es la propia sociedad quiteña la que pierde cuando se cierra la actividad de esa pequeña sala teatro.
Nosotros seguiremos sin privilegios, ni oportunismos, al margen, desde la convicción profunda, sin salario, ni cargos, ni prebendas, caminando por nuestros propios pasos sobre tierra en movimiento, modelando con esta actividad que nos demanda rigor y disciplina la conquista de nuestra vida. Tal vez no lleguemos a los hitos de la historia de la cultura que arrasa y difumina, pero seguiremos escribiendo con letras doradas los hitos de nuestra propia cultura, particular. Enarbolaremos nuestra bandera como lo hacían los teatros ingleses isabelinos, haremos el llamado convocando a nuestra rebelión, sin complacer ni complacernos, en crisis y en marcha. Resistiremos como hasta hoy. Defenderemos nuestro oficio como defendemos nuestras vidas. Porque es posible que el teatro ya no le sea útil a la civilización que han construido los señores del poder y del consumo, pero atención, es sagrado, porque nos transforma, nos permite crecer.
Contraelviento Teatro