Foro fugaz

Irène Sadowska: Fragilidad, sensibilidad e inteligencia

El espíritu del público

La vi por primera vez en un festival en Bayona, cuando esta ciudad del sur de Francia aún recibía cada año lo más destacado del teatro español y latinoamericano; ahora ya no, una pérdida para el teatro hispanoamericano tan lamentable como la de Irène Sadowska. 

La recuerdo de mirada fulgurante y figura tan delgada como una inspiración, con su cigarro en una larga boquilla como una diva salida de una película en blanco y negro, intimidante y atractiva. Nunca compartimos la sal y el pan, pero si el desayuno en el hotel en el que nos hospedaba el festival. También compartimos las plateas como público comprometido con el espectáculo, como deben ser los críticos y cronistas de teatro. 

Éramos colegas y mientras vivió en París nos encontrábamos frecuentemente en los espectáculos, en especial aquellos que de una u otra manera involucraban al teatro español e iberoamericano. Su pasión por el teatro estuvo presente hasta el final de sus días, según nos cuenta Carlos Gil Zamora, nuestro editor, en una sentida crónica que escribió en este mismo espacio para anunciar su desaparición, Como un pajarito ilusionado.  

Figura entrañable de la crítica en Francia y España, Irène Sadowska fundó y dirigió Los Encuentros de Dramaturgia Española Contemporánea de París, denominados Hispanité Exploration que presentó a connotados dramaturgos españoles en el teatro de l’Atalante y el de Rond Point de la capital francesa, recuerdo entre todos la presencia de Juan Mayorga. 

El trabajo de Irène Sadowska me invita a replantearme las características de la crítica teatral: lo primero, un amor absoluto por el teatro y lo que representa, un espacio vivo en el que conviven en tiempo real dos mundos. Después un conocimiento sin prejuicios de la dramaturgia, de las escuelas, de los métodos y de las obras. Como seres humanos los críticos tienen sus preferencias, como profesionales que se han adjudicado la tarea de guiar, deben desconfiar de sus inclinaciones, deben replantearse en cada análisis cuales son sus juicios y cuales sus prejuicios, deben ayudar a que las artes escénicas encuentren un camino en la disparatada situación actual. 

No son condiciones fáciles; Irène Sadowska cumplía por lo menos con la primera: amor absoluto por el teatro en todas sus formas. Con un especial interés por la vertiente hispana. También tenía una sólida formación teatral lo que daba consistencia a sus análisis. Nos hará falta la visión de Irène Sadowska en las páginas de Artez, (todavía recuerdo el entusiasmo de Carlos Gil Zamora al saber que Irène se mudaba a Madrid y colaboraría con la revista), también en la revista Primer Acto, y en las publicaciones francesas en donde ella colaboraba. Podemos decir que la crítica teatral europea se ha quedado sin uno de sus mejores elementos. Porque ella representaba al espíritu del público, indispensable para que el acto teatral exista.  

Porque a pesar de su precario estado de salud siguió escribiendo hasta el último día, como podemos constatar en sus recientes críticas a la puesta en escena de la Compañía Nacional de Teatro Clásico del Burlador de Sevilla de Tirso de Molina o en su presentación del Festival de Teatro de Mérida 2018. 

Vaya un saludo fraternal y solidario a François Guyon su compañero de correrías teatrales, y una cálida sentida despedida para Irène Sadowska que acaba de abandonar el escenario de este mundo. 

París, Agosto 2018


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