Iria Márquez ofrece una versión contemporánea de la comedia de Aristófanes ‘Dinero’
El estreno tiene lugar en el marco del Festival de Talleres de Teatro Clásico de Sala Russafa, en Valencia
La obsesión por la riqueza no es algo nuevo, ya escribió sobre ella Aristófanes, uno de los padres del teatro griego clásico, hace más de 2.000 años en la comedia ‘Dinero’, conocida como ‘Pluto‘. Varios siglos después, la trama se traslada a València para formar parte del Festival de Talleres de Teatro Cásico de Sala Russafa, donde, del 23 al 25 de junio, se ofrece el estreno absoluto de una versión escrita y dirigida por Iria Márquez. Nuevas escenas y personajes se integran en una adaptación atemporal de esta pieza a la que dan vida 15 actores, la mayoría mujeres, integrantes del ‘Taller de interpretación para no profesionales’ impartido por la directora y dramaturga dentro de la Acadèmia Escènica de València, entidad responsable de la línea docente de Sala Russafa. Son Salut Alcover, Sergio Bataller, Carmen Bort, Mª Carmen Fernández, Isabel Jareño, Amparo Morillas, Adrián Ombuena, Susa Orts, Ana Pascual, José Pérez Arnal, Jose Ramón de la Peña, Juan Ribes, Alicia Ruiz, José Luis Pinotti y Luis Montenegro.
Con un vestuario y escenografía atemporal, han conseguido recrear una historia que sigue plenamente vigente. «Es increíble que algo escrito hace tantísimo pueda seguir siendo divertido e interesante en una sociedad que, supuestamente, ha evolucionado mucho. Pero, al hablar del valor que se le da a lo material, permite entender por qué las cosas han ido como han ido y por qué en el siglo XXI hay gente verdaderamente obcecada con el dinero», explica Márquez.
Desde el humor y con la amabilidad de la comedia, en el espectáculo van apareciendo temas como el mal reparto de las riquezas o la importancia que se les otorga. También las aspiraciones, que pueden convertirse en obsesiones. Todo comienza cuando un hombre que no tiene grandes posesiones acude a un oráculo a consultar qué puede hacer para que su vida mejore, ya que se ha dado cuenta de que quienes más tienen (y no siempre lo han conseguido limpiamente) viven mejor.
La respuesta que obtiene es que debe seguir al dios Dinero que, curiosamente, es ciego. «Es uno de los detalles que te hacen ver lo fresca, pero, al mismo tiempo, lo crítica que es esta obra. Zeus lo ha convertido en invidente porque antes solo daba las riquezas a las personas buenas. Ahora, siendo ciego, ya no las puede distinguir», explica la dramaturga y directora.
Así, corre la voz sobre cómo ser rico y cada vez el dios Dinero tiene un séquito más grande. Pero todas esas personas, que han salido apresuradamente de sus casas, no caen en la cuenta de que otra diosa, Pobreza, aprovecha que las viviendas están vacías para entrar en ellas y tomar posesión, llevando la carestía a esos hogares abandonados para perseguir la abundancia.
«Creo que Aristófanes quería hacernos ver todo lo que nos perdemos cuando nos ciega la obsesión por el dinero. Y habla de pobreza en un sentido muy amplio, material pero también espiritual, personal. Es un mensaje muy contemporáneo y que se puede aplicar a muchas cosas porque, por ejemplo, cuando estamos obsesionados por mostrar la vida supuestamente fantástica que tenemos en las redes sociales, no disfrutamos de los momentos que retratamos, haciendo y volviendo a hacer fotos hasta que quedan perfectas», señala Márquez, citando otras situaciones como cuando se prioriza la carrera profesional a la vida familiar, las amistades o las relaciones personales.
La clarividencia de Aristófanes, que escribió esta pieza en el siglo IV antes de Cristo, demuestra su atemporalidad y universalidad en este montaje cuya ambientación sonora va desde el swing de Peggy Lee al mambo de Perry Como o la elegancia del crooner Dean Martin. ¿Qué será, será?, Fever o Buona sera signorina acompañan divertidas escenas que invitan al público a preguntarse si tiene algún sentido el valor que otorgamos a ese bien tan efímero que da título a este espectáculo, el Dinero.