Isemenas, Antígonas y Casándras
Personajes emblemáticos que viven más allá de nuestra mínima existencia, apariciones escénicas que se encarnan en los rasgos volubles de actrices o actores. Presencias que desde la invención del teatro cobran vida en el foro para hablarnos de realidades y situaciones que modelan nuestros pensamientos. Entidades, tipos y arquetipos, personajes que se derraman más allá del ámbito escénico y que cobran aliento en la relación público-actor en el tiempo de una representación.
Aparece en la escena de mi memoria la conformista hermana de Antígona, la necesaria Isemena que puede representarnos a todos. Isemena la resignada a la opresión, la sensata, la bien portada que responde así a los apremios de Antígona para enterrar a su hermano:
«¡Ahora que nos hemos quedado desamparadas tú y yo, piensa en la terrible muerte que nos espera si desafiamos la ley, al edicto del Rey! Piensa que somos mujeres frágiles, y que, como tales, no podemos luchar contra los hombres; piensa que estamos sometidas a gentes más poderosas que nosotras, y por tanto nos es forzoso obedecer a sus órdenes aunque sean rigurosas y arbitrarias, piensa… Le pido a nuestros muertos que están bajo tierra que me perdonen porque voy a ceder, contra mi voluntad, a la violencia; obedeceré a los que están en el poder, pues oponerse a lo que sobrepasa nuestra fuerza no tiene ningún sentido…«.
Isemena se somete al poder y sus caprichos, tal como hemos observado a varios pueblos a lo largo del siglo XX, y ahora en lo que va de este siglo, pueblos que aceptan la ignominia y el sometimiento. Personajes que sobreviven en el manto de terror, mientras que algunas Antígonas masculinas y femeninas luchan por que respete el orden superior del cosmos: la libertad. Y a este altar consagran su vida. Es difícil esta elección, así como es fácil agachar la cabeza y someterse.
No acuso a nadie, recuerdo a estas alturas de la página el poema del clérigo alemán Martin Niemöller:
«Cuando llegaron los nazis se llevaron a los comunistas,
y guardé silencio,
pues no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialistas,
guardé silencio,
pues no era socialista,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
pues no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no me opuse,
pues no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
ya no había nadie que pudiera protestar para oponerse».
Silencio.
Antígona, Isemena, dos hermanas unidas por el destino trágico de su estirpe que enfrentan su responsabilidad de distinta manera: sobrevivir aceptando el horror, o desafiar las órdenes imperantes para cumplir con un deber y de ese modo cumplir con su destino. Ya sé que desde el confort del escritorio diríamos que somos Antígona, aunque desde el terror de la acción lo más probable es que seamos Isemena, como los millones de seres sometidos a una dictadura que sobreviven en su silencio culpable y protector.
Aparece ahora en escena Casandra, la frágil pitonisa a la que nadie escucha, cuyo castigo es predecir el futuro sin que nadie le haga caso. Esquilo concreta un personaje terrible e inquietante. La servidora de Apolo castigada por su incredulidad es llevada a Grecia por Agamenón, el jefe aqueo, como botín de guerra y ahí sucumbe.
Escena terrible: ante el palacio en donde será sacrificada Casandra narra su propia muerte y la de su amo, sin que el coro griego alcance a discernir la terrible verdad que encierra su lamento. Nosotros, espectadores del siglo XXI, acostumbrados a los mensajitos en las pantallas de nuestros celulares que nos dominan y sorben el seso, creemos que esta escena surgida de la mitología, no nos concierne. Y sin embargo…
Ahí están las vanas advertencias de aquellos que sin ser videntes observan el futuro. Llamados a prevenir el desastre a los que se encamina la sociedad. ¿Cómo no pensar en Greta Thunberg y su lucha contra el calentamiento terrestre? O en los que luchan por las especies, por los animales, por las consecuencias de un voto. Por las mujeres que arriesgan su vida en Afganistán, en Pakistán, en Irán. A pesar de las advertencias de múltiples Casandras los alemanes votaron por los nazis; sí, eligieron a Hitler y la muerte. Y fue con votos que Trump llegó al poder, y así podemos asomarnos al desastre contemporáneo sin que nadie escuche. Miedo y tinieblas cuando veamos a Casandra frente al pórtico de sus sacrificios y no entendamos la advertencia. Terror contemporáneo, muchas advertencias y poca lucidez, mucha información y cerebros manipulados.
Y Casandra es sacrificada junto con Agamenón, en una escena terrible de sangre y miseria. Nos asomamos a la historia universal en esas noches de teatro tan ciegos como el coro griego aunque sepamos lo que va a pasar. Maravilla del teatro.
Antígona, Isemena, Casandra, entes más actuales que muchas de nuestras quimeras que adoptamos para corromper nuestro talento e inteligencia.
París, febrero de 2022