El Hurgón

¿Stand Up Comedy?

Se ha apoderado de parte del espacio, que con grandes sacrificios se han estado abriendo los narradores orales, una modalidad, creada, inventada, injertada, no sabemos, en realidad, con qué tipo de origen relacionarla, por algunos de quienes empezaron a botar palabras en nombre de la narración oral, y que han dado en denominar Stand Up Comedy, un nombre cuya dificultad en la traducción puede confundir, y dar por ello licencia a quienes practican el oficio, que de esa manera llaman, a crear confusión sin tener que rendir cuentas sobre su calidad y contenido.

La traducción de un idioma a otro de una expresión termina sugiriendo tantas interpretaciones como necesidades de identificar su actividad tengan quienes acuden a ella para nombrar lo que hacen, y eso hace que los nombres en otro idioma sean más milagrosos que los nativos, pero además su interinidad interpretativa aleja las discusiones semánticas, que tanto daño hacen, no al conocimiento sino al quehacer de la gente. Es el caso de la palabra performance, empleada para nombrar cualquier acción o cosa, y que por ello, lo mismo puede traducirse pensando en un verbo, o en un sustantivo; pero cuando en la frase compiten por sobrevivir, verbo, adverbio y sustantivo, como sucede con la expresión Stand Up Comedy, la traducción termina siendo un reflejo fiel de aquello en lo que ha sido convertida la actividad: en un galimatías.

Stand Up Comedy podría traducirse, como levántate comedia y mantente en pie hasta llegar al límite, o actúa comedia y aguanta, algo así como dar una orden de hacer comedia sin mirar a quien, o de hacer comedia a cualquier precio, por encima de todas las cosas, sin reparar en consecuencias, porque lo que se necesita es crear la impresión de que hay comedia constante. Y tal parece que fueran éstas las traducciones, que de la expresión Stand Up Comedy hacen casi todos los que se ejercitan en este oficio, con pomposo nombre sajón, porque su actitud en el escenario es la de quien ha aceptado un reto, sin medir consecuencias, pues empiezan éstos a porfiar con la improvisación, sin mucho éxito, porque no consiguen tejer una historia que deje en el espectador la idea de haber escuchado algo coherente y completo, es decir, de principio a fin.

El ejercicio del llamado Stand Up Comedy, al menos entre nosotros, se parece mucho a un universo en el que lo característico es el tráfico desordenado de discursos emergentes, cuyo primordial y único objetivo es despertar la risa. Da la impresión de que quienes ejercen el oficio tuviesen un compromiso de orden moral de hacer reír al que sea, a cualquier precio, porque luchan desesperadamente por hacer que sus movimientos corporales, también sin destino, ni identidad con lo que dicen, digan lo que las palabras han dicho a medias o equivocadamente, o sencillamente no han podido decir.

Entendemos que buena parte de la estructura narrativa de este arte escénico se basa en la vida cotidiana, y que nutre su parte humorística en las paradojas de la misma, demostrando cómo, algo que nos aprieta, al mismo tiempo nos satisface o nos condiciona, y que por ello la variedad en el relato es un prerrequisito para hacer que el mismo consiga una identidad con el espectador y cumpla con su objetivo oculto crítico, pero tal parece que una tendencia que se está imponiendo en los escenarios, entre quienes practican el contar una cadena de cuentos bajo el nombre de Stand Up Comedy, son los temas escatológicos, como si no tuviéramos con el hedor que la vida diaria nos obliga a percibir, y los temas sexuales, cuya capacidad de convocatoria no logramos comprender en una época tan caracterizada por la desnudez.

El humor es una cosa demasiado seria como para que se le permita subir a los escenarios, sin que tenga claro sobre qué quiere hablar, para hacer reír y pensar al mismo tiempo, porque ese es su destino.

El Stand Up Comedy es, sin lugar a dudas una excelente estrategia para convidar a la gente a la reflexión; pero, que quede claro, el Stand Up Comedy, y no el relato desordenado y sin relación en el tiempo, de historias degeneradas por una deficiente improvisación.


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