No seré yo quien le quite mérito al trabajo de Bernard Massuir. Todo lo contrario, considero que un buen entrenamiento vocal es imprescindible para dar a luz un espectáculo como este. Un verdadero recital de música sin instrumentos, ni falta que le hacen, porque él solito se basta y le sobra con su voz. Y asi comienza su concierto…. y asi termina! Porque si el público esperaba algún cambio de registro cómico, de número, o siquiera de estilo de música que interpreta, pues se va a llevar una decepción. Quizá sea ahí donde el bueno de Bernard peca, en hacer sonar pequeñas joyas como el «Summertime» una tras otra convirtiendo esta sucesión en algo lento y tedioso, y que los no entendidos en jazz (como la chica que me acompañaba) queden rezagados preguntandose ¿que hago yo aquí?. Recomendado a los seguidores incondicionales de Thelonius Monk.
