John & Jitts/Julio Salvatierra
Yo Tarzán; tú Chita
Obra: John & Jitts
Autor: Julio Salvatierra
Intérpretes: Yiyo Alonso, Juan Alberto López
Espacio Escénico y vestuario: Cecilia Hernández Molano
Espacio sonoro: Jorge Muñoz
Dirección: Emilio del Valle
Producción: Metamorfosis Producciones Teatrales
Arriola Antzokia –Elorrio- 10-12-04
La ocurrencia inicial de este proyecto es magnífica: colocar en paralelo la vida de Johnny Weissmuller, el que fue el primer Tarzán de la historia del celuloide, y su co-protagonista, Jitts, el chimpancé macho que dio vida cinematográfica a la mona Chita. Históricamente el chimpancé vivió una larga vida con aires de gran estrella del celuloide. El nadador austríaco, nacionalizado estadounidense, que dio vida a Tarzán acabó en el ostracismo y aquí lo vemos en su decrepitud, afectado de Alzheimer, intentando reconstruir su biografía, en una sensación de justificación, cuando a nadie parece importarle qué fue de su vida. Es un icono universal, está incrustado en el imaginario de varias generaciones, y si nos dijeron que acabó su vida lanzando sus aullidos por los pasillos de un centro psiquiátrico, no parece material suficiente como para que se nos muestre de una manera tan lineal, con aires documentales. Con Jitts, es decir, con Chita, tenemos más referencias para ilusionarnos. Y en este trabajo se nos confirma la intuición, era un chimpancé que vivió mucho mejor que muchos de sus contemporáneos humanos, incluso con arrebatos de estrellato.
Pero, todo lo anteriormente citado, ¿es realidad o ficción? ¿Estos dos entes existieron más allá del celuloide y de la literatura instrumental? Cuesta contestar rotundamente. Son parte de la vida de algunos porque formaron parte de una ficción, del cine, de su ilusión, de su auténtica mentira. ¿Lo que nos cuentan ahora tiene alguna verosimilitud?
No debería importar la respuesta histórica, sino que debería sustentarse en lo teatral. Y ahí es, precisamente, donde surgen las dudas. Julio Salvatierra es un magnífico autor, y su propuesta posiblemente contiene más posibilidades que las mostradas, ya que lo visto se reduce a una sucesión de monólogos, en ocasiones reiterativos, que no aclaran nada, y que no provocan, teatralmente, ninguna sensación más allá de la duda sobre la credulidad. Y la puesta en escena tiene, formalmente, una buena entidad, y el trabajo de Yiyo Alonso creando a Chita es remarcables, pero Tarzán nos queda desdibujado, aleatorio, y el conjunto nos deja desplazados ante lo que entendemos como irrelevante. No se consigue, a nuestro entender, interesarnos por el juego de realidad y ficción, y se nos agota en pocos minutos la delectación ante la escenografía, muy interesante, la iluminación, el vestuario, porque todo se agota en la falta de acción, como si el texto se hubiera cristalizado, en vez de convertirse en un impulso. Estas disfunciones nos oscurecen lo interesante del punto de inicio.
Carlos GIL