José Carlos Plaza, no necesita presentación alguna. He conversado con una persona buena y sabia, con un maestro en mayúsculas. Y, esto último, lo digo yo, no él.
Juan Carlos Garaizabal: A los siete años recibiste un regalo a los siete que dio inicio a una carrera de fondo como director y profesor. ¿Qué recuerdas de ese regalo? ¿Cómo era?
José Carlos Plaza: Era una cosa muy especial. Un teatro para niños, un teatro de cartón pero que mi padre, en una sastrería que tenían, lo hicieron, incluso más bonito. Le pusieron terciopelo. Fue muy bonito, realmente. Creo que mis padres no se daban cuenta de lo que hacían con eso. O sea, donde me metían. Yo pasaba horas con el teatro. Tenía unas tiritas, con unos personajes de cartón que iban introduciéndose en el escenario y yo le iba poniendo las linternas, incluso velas de cumpleaños. Empecé a jugar ahí. Pero, realmente mi vocación no nació ahí, con el juego. En esa época yo salí a un escenario muy, muy pequeñito, haciendo el papel de un paje, en una función benéfica que hacían unos tíos míos a favor de las monjas de San Luisa de Marillac, o algo así, en el teatro Lope de Vega. Y, eso, sí fue un recuerdo muy importante para mí, que lo tengo todavía grabado en mi alma; el momento antes de salir a escena. Y, ahí, nació mi vocación. Porque, lo mío, ha sido una vocación cien por cien.
JCG: ¿Recuerdas el nombre falso con el que te inscribiste en el TEM?
JC Plaza: Carlos Jiménez, fue uno. Y otro, Carlos Páez.
JCG: José Carlos, ¿qué encontraste en el enfoque de la expresión a través de la voz humana durante el tiempo que trabajaste con Roy Hart?
JC Plaza: Pues mira, encontré un camino. Nosotros estábamos muy influidos por mis maestros, fundamentalmente Layton y Narros en el trabajo de interpretación. Empezamos a descubrir que la fuerza de la voz estaba muy poco desarrollada en España. Y todavía lo sigue estando, ¡eh! Este problema no lo hemos solucionado. Encontré una forma que, aunque tenía sus limitaciones, era un modo de encontrar el máximo de registros de la voz. De intentar transmitir el máximo de tonalidades, de llegar hasta los agudos, los máximos graves. Se hacía a través de ejercicios muy fuertes al piano, con mucha respiración, con mucha energía muscular en la garganta. Y creo que aquella experiencia, me dio la idea, para mí, de la importancia de este maravilloso instrumento que tenemos en las cuerdas vocales, en la voz. Eso y después una colocación muy fuerte. Luego yo, me metí muchísimo, muchísimo en todo lo que era la vocalización con Rosalía Prado, que era una gran maestra que había en aquella época. La producción de las “r”, las “c”, las “d”. Intenté tener una formación lo más profunda posible de la voz. Porque yo amo mucho la palabra, como Neruda. Soy un enamorado de la palabra.
JCG: Decías que, en aquel entonces, había muchas limitaciones en cuanto al entrenamiento vocal. ¿Cuáles eran esas limitaciones?
JC Plaza: Pues, que no había entrenamiento vocal. Se limitaba a quien tenía buena voz, y a quien tenía mala voz. No había ninguna preparación de la voz del actor. Ninguna. Había actores con una voz maravillosa, y otros que no la tenían tan buena. Y, la experiencia con Roy Hart y Rosalía Prado me enseñó que la voz es un arma que hay que preparar.
JCG: Tus palabras, me hacen pensar que, en el teatro español, no se cuida la producción de la voz y de la palabra.
JC Plaza: Mira, el otro día tuve la enorme alegría de oír a un crítico de cine muy importante decir, “¿qué pasa en el cine español que no se entiende nada?” Yo voy mucho al cine. No te hablo del teatro, ¿eh? Y, en el cine uno se cansa de oír a la gente, “¿qué dicen?, ¿Qué dicen? ¿qué ha dicho? “Porque no se entiende nada. En el teatro se ha olvidado mucho el trabajo de la palabra. Ha llegado un momento en el que todo es natural, todo con micro. Ahora todo el mundo trabaja con micro. Y eso no hace falta. Podemos proyectar la voz. La voz está muy abandonada. Lo mismo que, con el cuerpo hay muchas clases, hay pilates, ballet…hay muchas disciplinas sobre el cuerpo. Y hay muy poco trabajo sobre la voz.
JCG: ¿Ocurre lo mismo en otros países del entorno?
JC Plaza: No, no. ¿Qué va! Yo siempre digo a todo el mundo de ir a Inglaterra. En Inglaterra la formación del actor en la voz es fundamental. Y en Alemania, igual. Yo conozco más la escuela inglesa. No hay más que oírlos, esos agudos, esos graves, esas variaciones de tonalidad.
JCG: Y la integración con el texto y del texto con el cuerpo.
JC Plaza: Esa es la clave.
JCG: En una entrevista comentabas que la tendencia al juicio como actor fue una barrera. ¿Esa tendencia se quedó en la cuenta cuando Miguel Narros te puso en la tesitura de elegir entre ser actor o ser director o te ha seguido estorbando?
JC Plaza: No fue Miguel Narros, fui yo. Miguel Narros de alguna manera…Miguel abandonó la escuela porque le hicieron director del Teatro Español. Nos llevó a todos y trabajamos con él. Nosotros, como grupo habíamos terminado los cuatro años de estudio y éramos un grupo muy compacto. Nos sentamos a decidir a ver qué hacíamos, ¿no? Traer alguien de fuera que entendiera nuestra manera de trabajar. Porque éramos los únicos que trabajábamos en el método. Layton se queda totalmente a cargo de la escuela, no podía dirigir. Y dijimos, venga, pues lo hacemos nosotros. ¿Quién? Entonces el Pepito Grillo de la clase, el sabiondo que era yo, que no era ningún buen actor se ofreció. Quería ser actor, pero no podía. Yo, el método, me lo sabía muy bien y yo era uno que trabajaba mucho, elegimos tres directores, y uno de ellos fui yo con “Proceso a la sombra de un burro”. Con la tan buena o tan mala fortuna que fue un éxito inenarrable, en aquella época. Y en el Teatro Beatriz nos dieron el Premio Nacional de Teatro. Y, a partir de ese momento, me tocó ser director. Pero, yo encantado.
JCG: Cuando tú eliges un texto una de las primeras cosas qué haces es preguntarte por qué ese autor ha escrito esa obra, por qué ha elegido esos personajes, ¿tú por qué elegiste continuar como director?
JC Plaza: No lo elegí. Es lo que te contaba antes. Me tocó. Empecé a enamorarme de lo que era dirigir. Y me di cuenta de que yo estaba más capacitado, con mis limitaciones, para dirigir que para interpretar. Luego, Layton me dio la oportunidad de ser actor, pero, de repente, me di cuenta de que había una parte de mi cabeza que funcionaba mejor que yo, que controlaba mejor lo objetivo, lo de fuera que lo interior.
JCG: Cuándo eliges una obra de teatro que no es un encargo, ¿qué es lo que te lleva a elegir esa obra y no otra?
JC Plaza: Pues, lo fundamental es la relación que tiene esa obra con la sociedad. Si esa obra toca un tema que, en ese momento, es fundamental para nuestra sociedad, sin dudarlo. Siempre y cuando esa obra sea dramatúrgicamente correcta, incluso mejor. ¡He tenido mucha suerte en mi vida porque he trabajado textos ¡Yo he dirigido cerca de ochenta obras de teatro! De las ochenta, sesenta son grandes títulos. O sea que, muy afortunado.
JCG: Muy afortunado. ¡Qué hermoso poder decir esto! ¿no?
JC Plaza: Lo digo con la cabeza baja. Pero, muy, muy afortunado.
JCG: ¡Qué bonito poder escuchar esta humildad! El actor Javier Gutiérrez decía en una entrevista, decía que para ser director de escena hace falta ser buena persona, ponerse en el lugar del otro, ser empático, ponerse en los zapatos del personaje y entender la naturaleza humana. ¿Tú qué me cuentas sobre esto?
JC Plaza: Totalmente de acuerdo. Creo que el actor es el ser más débil del mundo. Está en carne viva, en piel sin protección en escena. Desnudo en el escenario. No hablo de un desnudo físico, que es absurdo, yo hablo de un desnudo verdadero. Y todos los directores tenemos que estar protegiéndolos para que ellos puedan saltar y no hacerse daño. Los directores tenemos que estar a su lado. Yo adoro a los actores. Para mí el actor es sagrado. Sagrado. Procuro cuidarlo con toda mi alma y estar protegiéndole para que no tenga ningún problema en el momento en el que él se enfrenta con el espectador. Hay que tener en cuenta que, los directores no salimos al escenario. El acto teatral es el escenario y el público. En el momento fundamental del hecho teatral los directores no estamos. Hay que bajarnos un poquito los humos. Bajarlos un poquito.
“En el momento fundamental del hecho teatral los directores no estamos. Hay que bajarnos un poquito los humos.”
JCG: De hecho, tenía una pregunta por ahí… Luego quizás me hago un lío con el orden. Y tenía que ver con este velar tuyo de los actores, de cuidarles. Ese dar la palabra, la voz, al autor, al texto que te va dirigiendo y al actor que vas acompañando y me hace pensar y exclamar “¡Wow! ¡como pone su ego a un lado!, ¿no? ¿Es algo difícil o fácil para ti?
JC Plaza: Para mí, muy fácil. Yo he trabajado con Shakespeare, he trabajado con Calderón, he trabajado con Esquilo, con Pirandello, con Chéjov. Pero ¿qué ego voy a tener? He trabajado con Ana Belén, con Héctor Alterio, con Lola Herrera, con Concha Velasco, con Julia Gutiérrez Caba, pero ¿qué ego voy a tener yo ante esa gente maravillosa? El ego es una tontería.
JCG: ¡Qué bonita esa preposición! He trabajado con Calderón, con Esquilo, ¡Qué bonito ese con!
JC Plaza: Al lado de ellos.
JCG: Al lado de ellos, aprendiendo con ellos. Rigor, coherencia, constancia, humildad son palabras que surgen en tus entrevistas y que otras personas, también, han utilizado para describirte José Carlos. Yo cuando te he escuchado, leído había una palabra que me venía como en el telón de fondo; rebeldía. ¿Te describe esta palabra?
JC Plaza: Es demasiado hermosa. Me gustaría identificarme, pero creo que no. Me gustaría muchísimo.
JCG: Hay una pregunta-broma que con cariño te suelen hacer. ¿Cuándo ha sido tu último día de la ira?
JC Plaza: ¡Ah, sí! No es una broma. Es verdad. Fue hace tiempo, por lo menos hace tres o cuatro años. El día de la ira es algo que, no me arrepiento mucho. Pero es que, hay que entender el contexto. Hay un momento en el que el barco tiene que llegar a puerto. Tienes que estrenar a las ocho de la noche de tal día y el público está y los últimos días no se puede uno relajar. Y puede pasar que nos relajamos y entonces yo, ese día, no permito que nadie se relaje. Yo no me relajo, el barco tiene que llegar a puerto. Yo, entonces ya, me pongo orejeras y ni padre, ni amigos, ni familia, ni amor, ni cariño, ni ternura…hay que seguir adelante. El hecho teatral es sagrado y es necesario. Entonces, yo orejeras y tiro pa’ lante. Esos días soy así, lo reconozco. No he dejado nunca de estrenar. No dejo un estreno jamás.
JCG: En el 2015 decías que una de las cosas más graves que han ocurrido en el mundo del teatro es que también se ha destruido la moral, que mucha gente ha perdido el amor hacia el rigor, hacia la ética, la profundidad. Han pasado nueve años, ¿sigues pensando lo mismo? ¿Ha ido a peor? ¿ha mejorado?
JC Plaza: Ahora me he dividido. Ahora he conocido mucha gente porque me he dedicado a buscarla. Gente que ya trabaja con un rigor, con una profundidad, con un amor enorme. El problema está en que esta gente está muy marginada. La he encontrado en los pequeños teatros, en las salas alternativas. Están en una situación de auto explotación, viven explotándose a sí mismos y me ha dolido mucho. Pero, están. Están ahí. Está la larva, por debajo de la roca. Una larva que tiene que estallar una vez por todas para inundar los escenarios de este tipo de gente. Por otro lado, me he encontrado con frases del tipo, “ensayar es de cobardes”. Frases tremendas.
JCG: ¡¿Ensayar es de cobardes?!
JC Plaza: ¿Para qué ensayar? Tremendas frases. Entonces, estoy dividido. Creo que hay generaciones extraordinarias y luego creo que hay una parte, de los que dominan las fuerzas teatrales a quienes les da un poco igual todo con tal de que la taquilla se llene, con tal de que haya un actor con un nombrecito de televisión. Que sea muy banal. Esas dos fuerzas están. Está ganando la negativa, la fuerza banal, superficial. Pero está la otra y hay mucha gente estupenda.
JCG: ¿Actores y actrices currantes de teatro o artistas del teatro? ¿Con qué te quedas? Creo que sé la respuesta, pero te lo pregunto.
JC Plaza: Yo siempre he sido obrero del teatro. Y he trabajado con muchos artistas, creadores maravillosos. Pero, siempre los grandes creadores son trabajadores. Hay actores que son verdaderamente grandes creadores en el teatro. Y todos lo que yo me he encontrado son más trabajadores que yo, más humildes que yo y más obreros que yo.
JCG: Entonces, ¿en este país, hay más no actores que actores?
JC Plaza: Esa es otra vieja cuestión. La profesión del actor es muy difícil, muy difícil. Dar vida a la palabra. Dicho así, se me pone todavía la carne de gallina. Hacer eso es dificilísimo, ¡dificilísimo! Hay muchísima gente que se dedica al teatro. Actores y actrices muy pocos.
JCG: Te he preparado un juego. ¿Aceptas?
JC Plaza: Vale.
JCG: Estupendo. Te cuento en qué consiste. Creo que son 129 montajes teatrales, ¿sí?
JC Plaza: Con ópera y todo.
JCG: De estos 129 he seleccionado tres. Yo te voy a leer una parte de un texto y tu parte del juego, es decir, obra, personaje, actor o actriz y, luego, te preguntaré qué has aprendido de esa persona con la que has trabajado.
JC Plaza: Vale
JCG: ¡Allá vamos! Primer texto. El personaje dice, “No me acostumbraré. Ya no puedo estar encerrada. No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras; n quiero perder mi blancura en estas habitaciones… “Creo que ya lo sabes.
JC Plaza: Adela. “La casa de Bernarda Alba”.
JCG: ¿Actriz?
JC Plaza: Ana Belén.
JCG: Sí. Vi aquel montaje. ¿Qué has aprendido con Ana Belén?
JC Plaza: Ana es… un instrumento perfecto. Me ha enseñado intentar alcanzar la perfección. El no cansarme nunca. Me enseña a que siempre hay algo que se puede hacer mejor. Es el rigor, la ambición en el sentido artístico de la palabra y la humildad. Una de las grandes, grandes, grandes que he conocido en mi vida. Y, además, amiga.
JCG: Segundo. “Al tuerto miro del perfil que tiene el ojo, al que falta una pierna acompaño del lado que no es cojo” … Una pista más “¿Y el apellido? Carmen, también.”
JC Plaza: “Carmen, Carmen”. Antonio Gala con Concha Velasco
JCG: Y, ¿Concha Velasco que te enseñó?
JC Plaza: Concha era…. ¡es!, porque está en mi recuerdo de una forma constante. Concha era lo que yo llamo una actriz. Actriz en el sentido que es poliédrica. O sea, ella misma podía ser en dos minutos la mejor y la peor persona del mundo. Podía ser mezquina, horrenda, enfadada, brillante, generosa, dar la vida por alguien y estar llena de luz. En cuestión de diez segundos. Y eso lo daba en el teatro. La palabra de Concha… cualquier palabra de cualquier autor era vida verdadera en la boca de Concha, inmediatamente. Era capaz de dar verdad a las palabras más absurdas. Era una fuerza de la vida con un talento descomunal y actriz hasta la medula.
JCG: Diferentes tipos de entrega.
JC Plaza: Muy diferentes. Ana es una entrega muy inteligente, muy profunda, muy rigurosa. Concha era, es, puro instinto.
JCG: Tercer y último texto. Quizás sea el más difícil de los tres. El personaje dice: “El sombrero marrón y el curtido rostro componen un busto de arcilla, emergiendo de la camisa blanca sin corbata, al uso de los viejos de allá abajo, en las montañas del sur…” “…al viejo le da igual: se ha traído su manta de siempre, adelgazada ya por medio siglo de uso. Imposible abandonarla.”
JC Plaza: No me viene. Me falla la memoria
JCG: Te lo he puesto complicado. Te doy pista. ’Por su hijo y por su hija, es difícil que se altere’
JC Plaza: ¡Ah!, Alterio. Héctor Alterio. “La sonrisa etrusca”.
JCG: Sí.
JC Plaza: Claro, claro. Sí, sí. Héctor Alterio. Con “La sonrisa etrusca” ¡Maravillosa! Con Bruno.
JCG: Hace poco le has dirigido en “El padre”
JC Plaza: Sí. ¡Le he dirigido solo tres veces! “Yo, Claudio”, “La sonrisa etrusca”, “El Padre”
¡Qué pena!
JCG: ¿Qué pena? ¿Qué te ha enseñado este gran hombre?
JC Plaza: Humanidad. Me ha enseñado a amar; a ser bondadoso; a andar por la parte más buena del ser humano; a convertir los personajes en carne, llenos de comprensión, humildad. Los tres son humildes. Un enorme amor hacia el trabajo y hacia el ser humano. Humildad. He aprendido a ser más humano con Héctor.
JCG: Son grandes palabras de grandes sentimientos y vivencias que necesitan espacio para posarse en el tiempo.
JC Plaza: Mucho, mucho. Pero, entran muy fácil. Porque ellos lo regalan. Lo están dando constantemente. Son fuentes dadoras de cosas buenas.
JCG: José Carlos, director de escena y pedagogo. ¿Conviven los dos cuando estas poniendo en pie una obra? ¿Te definirías como un director de escena didáctico?
JC Plaza: Lo primero, pedagogo es una palabra tan grande. Pedagogo. ¡Ojalá lo fuera! Intento entrenar con los actores. Muchas veces, en los ensayos, cuando hace falta porque hay problemas, pues meto parte técnicas de entrenamiento, ejercicios. Y en las clases, intento dirigir lo menos posible para que entrenen, para que sean ellos los que se enfrenten a los problemas. Pero, desgraciadamente, como no soy buen pedagogo, lo mezclo.
JCG: Has dirigido, al menos, 12 óperas en Italia, Zarzuela en España, en Nueva York centraste tus clases en la dramaturgia de “La verbena de la paloma” ¿Cómo abordas el texto en la lírica? ¿Cómo acercas la palabra al cantante?
JC Plaza: Exactamente igual.
JCG: ¡Ajá! ¡A ver!
JC Plaza: Ellos tienen una ventaja, que tienen una parte de su trabajo muy aprendida, que es la partitura musical. Yo lo que intento es explicarles que en vez de un “do” hay un sí. Un sí de decir,” ¡sí quiero!”, por ejemplo; que en vez de un “do” hay un “¿Cuándo?” . Intento que sus notas sean palabras. He tenido la suerte de dirigir grandes óperas, sobre todo hay una lección con Mozart y Puccini ¡cómo unen la música a la palabra! Y, que entiendan porque el autor ha hecho eso, por qué los personajes dicen eso. Pero, hay muchas escuelas de canto que les obligan a ejecutar solamente notas, y es fundamental decir no notas si no palabras. E intento que den las palabras con la misma exactitud, precisión que las notas.
JCG: Que, ¿la música no se coma el texto?
JC Plaza: Sí. Que la música acompañe el texto y que el texto acompañe la música. Van paralelos. No tiene que comerse nada a nadie.
JCG: ¿Es de esa manera que favoreces que haya una mayor organicidad, integración en la actuación de un cantante lírico?
JC Plaza: Yo siempre lo intento con ellos, con la gran sorpresa que he tenido, que les encanta el teatro. Y siempre, sus peleas son con el director musical. Y me hacen a mí participe porque se apoyan mucho en el director de escena. Intento que ellos entiendan muy bien, dentro de ellos mismos, los sentimientos de los personajes. Sentimientos que están reflejados en la palabra. Y como la música es una fuente de sentimientos van a estar siempre en paralelo. El problema es cuando no van. Ese es el problema. Cuando la palabra va por un lado y la música por otro.
JCG: Te he escuchado decir que lo más duro es cuando sientes que el público no ha comprendido el montaje o no te comprende el público, aunque el montaje haya sido un éxito. ¿Dónde se atasca el canal o donde se tuerce la cosa para que suceda eso?
JC Plaza: Es culpa nuestra. Es responsabilidad nuestra, siempre. Es que no hemos conseguido conectar en ese momento. Es que el teatro, perdona que haga un paréntesis en el tema.
JCG: Haz lo que necesites.
JC Plaza: El teatro es diario. La grandeza y la miseria del teatro es que es diario. Pasa cada día. Entonces, cada día cambia el público, nosotros cambiamos, el equipo cambia. Cambiamos porque han pasado 24 horas y el público es nuevo. Y, esas variables, son imposibles de controlar. Esa magia del ¿qué pasará hoy? Obras que no fallan, fallan un día. Yo tengo un recuerdo de un texto extraordinario, con una actriz extraordinaria, Ana Belén haciendo “Diatriba de amor contra un hombre sentado” de Gabriel García Márquez que no funcionaba porque se habían cometido los terribles atentados de Madrid, en la estación de Atocha. Durante el mes que hicimos las funciones, era muy difícil conectar con el público. El público estaba en otro mundo y no pudimos conectar. Venían, pero yo notaba que no entraba la obra. No podía haber una mejor actriz y un mejor texto.
JCG: Entendido. Cuando un “tercero” interfiere metiéndose por el medio.
JC Plaza: Cuando hay tensiones, cuando hay mal clima. Y al revés, cuando hace un día maravilloso…varía. Y en colectividad, es muy curioso porque varían juntos. Es un elemento que no se puede controlar. Como tampoco se puede controlar a los actores, sudan más, sudan menos, gritan más, gritan menos, están más cansados, más contentos. Eso son variantes. ¡Claro! Cuando se produce, ¡es un milagro! Es el milagro de la catarsis teatral. Cuando no se produce, pues a pensar ¿por qué no se ha producido?
JCG: Un amigo mío dice que viendo un montaje teatral se puede intuir o apreciar el lugar desde el cual el director o directora de escena construye el montaje. ¿Tú que dices a esto?
JC Plaza: Totalmente de acuerdo. Enseguida tú ves si es una obra de teatro que va hacia la forma, que es una obra de teatro que va hacia el humor, o que es una obra que va hacia un estilo de danza- cuerpo, si la obra es una obra profunda. ¡Claro! Hay que ser, como tu amigo, perspicaz, amar mucho el teatro y pensar. Porque el público no piensa en eso. La gente, ya viciada como yo, que ya me siento y digo, creo que sé por dónde va.
JCG: Y el lugar interno de su persona desde donde lo hace, si es un lugar mental y frío o de tripas y cálido humano. ¿Eso se puede intuir?
JC Plaza: No puede ser de otra manera: mental, cálido, humano, doliente, feliz, gozoso. Es fundamental que se parta del lugar donde se está. Y pobre del director que no esté en su sociedad.
JCG: Tu respuesta enlaza con la siguiente pregunta que tiene que ver con una constante en tu trayectoria; conectar la obra teatral con lo social. Y en alguna ocasión has llegado a decir que el teatro tiene que seguir poniendo cargas de profundidad en la sociedad. ¿En cuales aspectos de la sociedad pondrías cargas de profundidad hoy en día?
JC Plaza: Hoy, yo creo, que es en la profundidad y en la superficialidad. en el corto plazo y en la rapidez, en que todo tiene que ser al minuto, que no hay serenidad para pensar.
He visto una película últimamente de Win Wenders, titulada “Días perfectos”. Es una película sobre la vida de un hombre que limpia váteres en Tokio. Me ha impresionado mucho porque es justo lo que yo quiero; comunicar al público la profundidad del momento, disfrutar del momento en el momento, de ver a la gente y no verla a través de un móvil. Esta gente que no para de hacer fotos. Pero ¡si lo tienes delante!, ¡aprovecha un poco!, ¡deja de verlo a través de la pantalla! El meter una carga de profundidad sobre la fuerza del momento. Que no esté todo a toda velocidad, que no esté todo contado. Y la otra carga de profundidad, la solidaridad. Me encantaría estar haciendo Brecht todo el día. Porque lo que está pasando es terrible: la falta de pudor, la falta de vergüenza, del mentir sobre los demás, la emigración es igual que delincuencia. Pero ¿qué me están diciendo? ¿No tienen vergüenza? Hay mucho veneno extendido en este momento.
JCG: ¿Qué título de Brecht, por ejemplo?
JC Plaza: “El alma buena de Szechwan”, “La resistible ascensión de Arturo Ui”, “Los fusiles de la señora Carrar.” Todos. Está muy olvidado Brecht, es una pena.
JCG: ¿A qué dirías que se debe?
JC Plaza: Brecht, con cargas de profundidad que te tocan el corazón, y que tocan la vergüenza, que tocan la falta de pudor, que avisan del fascismo, de no quiero oírlo eso ahora.
JCG: En junio del 2023, decía que la España de la inculta está ahí, ya, enseñando la patita” ¿Te referías a la derecha y extrema derecha que utiliza el sistema democrático para bombardearlo desde dentro o a otros actores políticos?
JC Plaza: A la extrema derecha, sin ninguna duda. A la extrema derecha y a la derecha. Son muy peligrosos y que unidos a la iglesia católica me parecen que son tres elementos que hacen mucho daño a la sociedad porque se basan en la mentira. Todo es mentira, es usted pecador, usted es un revolucionario. La palabra comunismo como un insulto, ¡bolivariano! Pero ¿qué me estás contando? Y la gente sufre alrededor. Creo que están ahí otra vez. Y es muy peligroso porque la gente no se da cuenta. La gente se deja engañar con argumentos de que si la falta de esa libertad para tomarse una caña de cerveza, quien se la pueda tomar, claro. Porque serán los amigos de la persona que tenga tiempo y dinero para pagarse esa caña de cerveza. Si yo no tengo ni el tiempo ni el dinero para esa caña de cerveza ¿para qué quiero la libertad? En estos momentos están volviendo a nacer y es algo muy grave. Yo tengo que decirte, muy dolientemente que pensé que nunca volvería a verlo, que después de muchos años volvería otra vez.
JCG: Parece que hay una especie de contención si lo queremos ver así, con lo que ha sucedido en Inglaterra con los laboristas, en Francia…
JC Plaza: Y aquí. A mí me pilla un poco mayor pero lo que haga falta para luchar, allí estaré.
JCG: ¡Aparece la rebeldía por ahí! Cambio de tercio. Tengo una curiosidad. ¿Cada país con su cultura, su idioma, su historia tiene, digamos, una escuela/tradición teatral o no?
JC Plaza: Pues, mira no lo sé. Te voy a decir la verdad. En mi época, sí lo había. El teatro francés, el teatro inglés y el teatro americano se diferenciaban claramente. Ahora está todo muy mezclado. Afortunadamente, ¡eh! Yo creo que ha habido mucha gente que ha cogido todo lo bueno de los demás.
JCG: Y, ¿en España?
JC Plaza: En España hay ahora mismo una gran mezcla con una tendencia muy fuerte a la forma, al teatro formal, a lo que se ve. Mucha performance, mucho invento de cambiar las funciones de época. Me parece que falta teatro profundo y muy interior. Hay un intento por la gente de llegar al público, sea como sea. Y en el trabajo hay que llegar al público siempre, pero por el camino que se debe llevar y no por el camino de lo fácil. Tiene un momento difícil el teatro ahora, muy difícil.
“Me parece que falta teatro profundo y muy interior”.
JCG: En el momento en el que buscaba la manera de contactar contigo para proponerte esta conversación desconocía que estabas a punto de publicar tus memorias, entre otras cosas porque yo vivo en Palermo y estoy charlando contigo desde Sicilia. Has publicado “Haz. Otra mirada a la vida desde el escenario” que se ha presentado en el Bellas Artes el pasado mes de junio, publicado por Alianza Editorial con la co – autora Rocío Westendorp. ¿Cómo se vive ser el protagonista del texto?
JC Plaza: Pues, raro. De una manera rara. Fue muy agradable. Fue fácil escribirlo. No es una biografía, es una mirada a la vida desde el escenario. No hablo tanto de mí en cuanto a lo que a mí me ha pasado y lo que había alrededor de mí. Echo una mirada a lo que vi. Decidí que yo no iba a hablar de lo que me pasaba a mí por dentro sino lo que yo estaba viendo por fuera. Y bueno, yo he contado la verdad. Lo he contado con mi corazón. He contado lo que yo he vivido; los momentos buenísimos, los momentos malos; la gente que ha pasado por mi vida, una gente maravillosa. Me decían, ¿cuál era tu estructura interna del texto? Yo iba montaje por montaje, porque los montajes eran mi columna vertebral. Y, entonces ha sido muy fácil escribirlo.
JCG: La voz de un testigo.
JC Plaza: ¡Bueno!
JCG: En esta revisión, vertebra tras vertebra, montaje tras montaje, te has re-encontrado con algo que te haya conmovido especialmente, ¿al recordarlo?
JC Plaza: Sí. Pues, mira. No es de teatro. Es el día en el que estuvo a punto de morir mi nieta. Estuvo un mes en la UVI, muriéndose, día tras día. Eso quedará en mi vida grabado para siempre. Y el día, más bonito de mi vida que fue ese lunes que has mencionado. Muchísima gente, gente desde sus 95 años, como Héctor Alterio hasta gente de 14 años estuvieron en el Bellas Artes abrazándome, estando conmigo. Fue un día maravilloso. Mi nieta leyó un texto del libro y estaban todos mis amigos, mi gente abrazándome, y entonces fue un día como una culminación, ¿no? Estaba todo el mundo del teatro. ¡Fantástico! El teatro Bellas Artes que para mí tiene mucho significado, allí me detuvieron en la época franquista. Son los dos días más importantes de mí vida, uno bueno y uno malo.
JCG: ¡Cuánta intensidad!
JC Plaza: Sí. Mucha.
JCG: Bueno. Estamos llegando al final, Carlos. Me parece, por lo que he ido leyendo que hay dos ¿espinitas?; un deseo por volver a hacer la ópera “Macbeth” y “La vida es sueño”
JC Plaza: Mira, cuando uno tiene tanto, como he tenido yo, no se cansa nunca y entonces quiere más. Macbeth fue la primera ópera que hice, entonces me gustaría volver a hacerla para hacerla mejor. Luego no he podido hacer “La vida es sueño”, que es una de mis obras favoritas y ¡ahí ha quedado! ¿Qué le vamos a hacer? Si yo hago la lista de espinitas que tengo…así por encima… ¡unas cien me quedan por hacer!
JCG: ¿Qué hay ahora en la primera línea de salida?
JC Plaza: Estoy en un proyecto que hemos estrenado ya, pero que de repente tiene unos frenos difíciles, que es una versión libre que he hecho de Macbeth para dos actores “La mujer sin nombre “Dos actores maravillosos, Mona Martínez e Israel Frías. La hemos estrenado, ha funcionado y estamos moviéndola para sacarla adelante. Y, luego, me han obligado. Pero, me han obligado a muerte con el nuevo libro. Un libro que no tiene nada que ver con lo anterior, que es un libro de técnica teatral. Muy, muy humilde que se va titularse “Tratado de la obviedad”, tratado de todo lo obvio.
JCG: ¿Es posible desvelar algún trazado de este libro?
JC Plaza: Sí. Es un libro basado en lo que yo he aprendido de lo que es mi profesión. Tanto con los actores, lo que es la máscara de los actores, lo que para mí es un actor, como utilizar el texto, mucho análisis de texto actoral, imágenes. Lo que es mi experiencia en el teatro, que es la que es. Yo siempre digo una cosa y enseguida digo, o no. Yo qué sé. El teatro es variable. Pero, me lo han pedido, por favor. La gente está ayudándome con eso que se llama, las galeradas, – que yo no lo sabía, ¡qué cruz es eso!, una tras otras, corregir otra vez y otra vez -, a estas personas que lo están leyendo les gusta mucho, les parece muy interesante. Yo he escrito lo que he aprendido durante estos años de profesión, lo que me ha funcionado, lo que veo que les funciona a los actores.
JCG: Te he visto trabajar en los ensayos de “Divinas Palabras” con la Compañía vasca Orain o en las clases con actores profesionales de la talla de Magüi Mira allá en los finales de los 80. E ibas acompañando a los actores poniendo la linternita delante para que el actor o la actriz pudiera ir viendo donde poner el pie y aprender a gestionar ese momento de creación. ¿Cómo transmitir esa sensibilidad para ir acompañando, ajustándote al momento que se está viviendo dentro de un contexto concreto, en las palabras de un libro?
JC Plaza: Muy difícil. En la última parte del libro lo explico. Lo más importante, no se puede explicar porque es el contacto piel con piel con el actor. Es la síntesis de la simpatía, en el sentido que yo le doy a la palabra. Estar pegado a lo que le está pasando al actor. Entenderle muy bien e ir con él. Como tú lo estás viendo desde fuera, tú trabajas desde fuera y él desde dentro. En una situación de piel con piel, de amor, por parte del director y por parte del actor. Aunque hay muchos actores no quieren.
JCG: ¿No quieren que te acerques tanto? Es, entonces, un profundo trabajo de escucha.
JC Plaza: Pero, de escucha, con la piel. No solamente con el oído. Escuchar con el cerebro, decía Layton, escuchar con tu piel, escuchar lo que está pasando, escuchar el clima, saber cuándo no hay que ir más. El actor nunca dice que se cansa, pero hay que saber cuándo está cansado. Porque el actor jamás te va a decir que se cansa. Pero, tú ya sabes que no da más de sí, que las neuronas no dan. Te das cuenta, que ya no está ahí. Amar mucho a los actores. Es que yo amo mucho a los actores.
JCG: A veces cuentas que una de las cosas más duras es cuando se crea una barrera ahí, y no hay conexión y os quedáis en mundos separados.
JC Plaza: Y no hay solución.
JCG: Y no hay solución. ¿Cómo se gestiona esa situación si hay que estrenar?
JC Plaza: Pues depende. Aprovechando lo que él te da. Usándolo y admitiendo que esa es una parte que, en el montaje, va a ir ahí. Y lo que tú hubieras hecho, quizás, es lo que el actor ha hecho que también tiene derecho. Entrar en una especie de pacto, hablado, sabiendo que esa parte no debería ser así, según tú propio pensamiento. Lo que yo pienso, lo que yo creo no es lo que tiene que ser. Y, a veces, ha funcionado muy bien. Otras veces, pues no.
JCG: Te escucho y me viene la palabra, seguridad. Porque para colocarse en ese punto que me acabas de describir, hace falta tener un punto de seguridad interna y de confianza. No una seguridad rígida, sino un “vamos a navegar desde aquí”.
JC Plaza: No hay más remedio.
JCG: No hay más remedio.
JC Plaza: No. No hay más remedio. Tienes que dar al actor la seguridad, es como una seguridad falsa, porque nadie la tenemos. Pero, es como verdadera, en el sentido de que yo he estudiado la obra todo lo que he podido, he dado todo lo que he podido y llego a los ensayos sabiendo lo que sé. El actor necesita tener la seguridad de que, el que está al lado, sabe. Hay quien ha trabajado con tal director que no sabe nada. Yo doy una seguridad basada en que he estudiado lo que he podido y tengo que decirle, cuidado que yo sé de lo que estoy hablando.
“Yo doy una seguridad basada en que he estudiado lo que he podido y tengo que decirle, cuidado que yo sé de lo que estoy hablando”.
JCG: Una última pregunta, que no sé si la vas a contestar o vamos a dejar la respuesta en el misterio y que siga despertando curiosidades. En el programa de radio nacional “La hora azul”, el presentador cerraba la entrevista así: “Hoy ha venido un hombre vestido de negro porque ha muerto la subordinada”. La respuesta es de tipo gramatical…
JC Plaza: Es más sobre lo que se ha perdido en el lenguaje. Es una broma que yo gastaba siempre hace muchos años. Se ha muerto la subordinada. Y la gente se ría mucho. Ahora no se ríen porque no saben lo que es la subordinada. Y, luego, porque se ha perdido la complejidad del lenguaje. A eso me refiero. La tristeza de cuando alguien me llama, o mi nieta que me pone en un whatsaap con un emoticono o, como se llame eso. ¿Qué dices? Que te quiero mucho. Que no, que dímelo. Que no me lo pongas con eso. Porque según me lo digas, ese ‘te quiero mucho’, va a depender de tu forma de decirlo. Se ha perdido mucho en el lenguaje. Las subordinadas llevan la complejidad del lenguaje, la complejidad de los sentimientos, la posibilidad de conocernos mejor. Las grandes obras de teatro son cientos de subordinadas. Me mola. ¿Qué dice esa frase? La broma era por eso.
JCG: ¿Hay alguna cosa que te gustaría añadir que se haya podido quedar en el camino de esta conversación?
JC Plaza: No. Yo soy una persona que ha intentado cumplir con lo que quería con vocacionismo, y que ha tenido la suerte de poder hacer lo que quería hacer. Con limitaciones, pero yo realmente he hecho lo que quería. Es más, he hecho una obra de teatro que no quería hacer y no está en mi curriculum. Ya he hablado bastante de mí mismo.
JCG: Gracias por la conversación.
JC Plaza: Gracias a ti.