José Luis Gómez e Inma Nieto protagonizan ‘El Principito’ que estrena el Teatro de la Abadía
Del 23 de octubre al 17 de noviembre el Teatro de la Abadía de Madrid acogerá el estreno de El principito, obra producida por el propio teatro en colaboración con el Theater an der Ruhr, y con la dirección del italo-alemán Roberto Ciulli, fundador del la emblemática compañía. La obra está protaginizada por José Luis Gómez e Inma Nieto.
En esta nueva versión del original de Antoine de Saint-Exupèry, el niño protagonista en vez de estar interpretado por un tierno muchacho lo hace un actor en plena madurez que se prepara para realizar su último viaje y que escucha las lecciones, no de un anciano, sino de una joven mujer. José Luis Gómez e Inma Nieto encarnan en esta ocasión dichos papeles en clave de clown. Roberto Ciulli transforma la inocencia del cuento original en agridulce lucidez en este espectáculo que está despojado de todo lo accesorio, retornando así a la esencia del teatro, más que de un niño que se va a un planeta extraño, trata de un hombre que se siente extraño en su propio planeta.
El protagonista de El Principito se encuentra en el camino con un aviador, una rosa, un rey, un zorro, una serpiente… (todos interpretados por Inma Nieto) y cada uno le ayudará a descubrir una cosa nueva.
Esta nueva producción de La Abadía nace a partir del espectáculo Der kleine Prinz, estrenado en 2000 por el Theater an der Ruhr (Mülheim, Alemania), que lo sigue manteniendo en repertorio, con Ciulli en el papel del Principito y Maria Neumann como aviador, rosa, rey, vanidoso, hombre de negocios, investigador, zorro, serpiente…
La adaptación que presenta el Teatro de la Abadía va más allá del conocido libro, al beber además de varios aspectos de la biografía de su autor. Saint-Exupéry, aventurero, soñador, bebedor, fue hombre de muchas mujeres y su relación matrimonial con la salvadoreña Consuelo Suncín, escritora y artista también, fue tormentosa. Aunque vivieron más tiempo separados que juntos, se suele decir que ella fue su musa y que El pequeño príncipe es el único hijo de esta dispar pareja.
Tras abandonar Francia, Saint-Ex —como le llamaban los amigos— recibió de su editor americano la propuesta de escribir un cuento para niños, como vía de distracción y consuelo en tiempos de guerra. Terminó por dedicarlo a su amigo Léon Werth, judío que sufrió la dominación alemana, pero más tarde se arrepintió por no habérselo dedicado a su mujer.
«Creo que serás más feliz sin mí y creo que yo al fin encontraré la paz en la muerte», escribió Saint-Exupéry a su esposa antes de partir, para siempre, a lo que ella todavía respondió en una carta: «Sé mi protección, hazme un abrigo de tu amor».
Mucho se ha escrito sobre esta relación, incluida una autobiografía póstuma de Consuelo, las Memorias de una rosa, cuya autenticidad fue puesta en duda. Pero no se ha podido despejar la nube de misterio que envuelve a la vida y desaparición en 1944 del piloto-escritor, que se había estrellado ya en varias ocasiones —como cuando se derrumbó en el desierto del Sáhara, donde le atendió un beduino—, y a su luminoso libro.