Joven Compañía de Teatro Clásico
La nueva hornada de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico ha presentado en esta temporada dos espectáculos, Pedro de Urdemalas de Cervantes, comedia dirigida por Denis Rafter en la sala Tirso de Molina del Teatro de la Comedia (la nueva sala pequeña de la CNTC) y La villana de Getafe una comedia de enredo de Lope de Vega, en la sala principal, dirigida por Roberto Cerdá. Dos propuestas muy diferentes pero que sirven para tomar el pulso a esta escuela de actores que es la Joven Compañía.
Resulta estimulante comprobar cómo la Compañía Nacional lleva muchos años, desde la etapa iniciada por Eduardo Vasco, que retomó el proyecto original, formando elencos de jóvenes actores que algunos de ellos logran una proyección con el paso del tiempo. Sin duda es uno de los mayores logros en el panorama teatral español. Los componentes de esta promoción, que protagoniza los espectáculos arriba mencionados, forman un grupo muy homogéneo, donde se percibe un trabajo al unísono en temas claves de interpretación y específicos del teatro en verso. Además se trata de un grupo realmente joven.
Esta apuesta por la juventud y la falta de experiencia sobre un escenario convencional, que ha realizado la actual directora, Helena Pimenta, me parece una apuesta en buena dirección. No se trata de un grupo al que le falta un cuarto de hora para dar el salto a la compañía de los mayores u otras, sino de un conjunto de actores con cualidades y con mucho territorio por recorrer.
Esto último, sin duda, constituye un acierto que, quizás algunos no comprendan, porque son actores que pueden incorporar las enseñanzas de las clases o de los talleres, donde Vicente Fuente como asesor de verso y Alejandro Ruiz Pastor como coordinador o director que realiza el seguimiento de la Joven Compañía, contribuyen a moldear a los jóvenes actores. En las experiencias precedentes se notaban correcciones practicadas sobre defectos adquiridos; aquí puede haber gente que todavía no llega, pero con ganas de aprender y tiempo para incorporar las enseñanzas que reciben.
La presentación en público en Madrid, así como el trabajo de talleres en otras poblaciones, les ofrece la posibilidad de confrontarse con el público, con mucho público en el caso de la Comedia y del Festival de Almagro, algo que necesitan estos actores formados en escuelas o en salas alternativas. Además es inteligente presentar los espectáculos como un paso más en el proceso de trabajo del grupo, en lugar de ser el ejercicio final. Esta peculiaridad no resta calidad a las propuestas, pero presiona menos a los actores.
La villana de Getafe incorporan al reparto a dos actores de amplio recorrido, Pepa Pedroche y Sergio Otegui, que permite representar a esos personajes de edad que se cuelan en toda obra de Lope y cuya presencia en escena junto a los actores del reparto de esta comedia da un poso. Creo que también servirá de espejo a los integrantes de la Joven Compañía. Merece la pena destacar la generosidad de ambos, no frecuente en los escenarios.