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Juan Domínguez estrena ‘My Only Memory’ en los Teatros del Canal

Los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid presentan el estreno de ‘My Only Memory’, nuevo proyecto coreográfico de Juan Domínguez que continúa en esta línea de piezas que funcionan como manifiestos poéticos o declaraciones de principios. Este espectáculo, que es una coproducción de los Teatros del Canal, estará en dos únicas funciones los días 30 y 31 de mayo en la Sala Negra.

 

El trabajo de Juan Domínguez se gesta en la escena de la danza madrileña de finales de los ochenta, junto a las coreógrafas Blanca Calvo, La Ribot, Olga Mesa o Ana Buitrago, con quienes actuó como intérprete en sus inicios. En la intensidad de aquel momento y en una ciudad como Madrid, el escenario era su escuela profesional y su cuerpo una herramienta al servicio de la coreografía.

Cuando pocos años después comienza a crear su propio trabajo, Juan Domínguez de inmediato se desplaza e inicia un proceso de borrado respecto a su identidad como bailarín y de cuestionamiento de los parámetros de la creación en escena. Aparecen entonces otras materialidades y también otros cuerpos: el del texto, el del pensamiento, el de la imagen, incluso el cuerpo entero del teatro, el de la máquina que nos reúne y, por supuesto, el del espectador.

Incapaz de obviar las estructuras que definen la situación teatral, su trabajo como autor pronto se enmarca en la llamada danza conceptual de comienzos de los noventa, con coreógrafos como Xavier Le Roy o Jérôme Bel en Francia, con Tino Sehgal o Jonathan Burrows en Gran Bretaña, con Bojana Cvejić o BADco en la exYugoslavia, y con La Ribot, Blanca Calvo, Ion Munduate, Cuqui Jerez, Amaia Urra, Amalia Fernández o María Jerez en España.

Su extensa producción realizada a lo largo de veinte años incluye piezas dirigidas o creadas en colaboración (The Application 2005, blue 2009, Shichimi Togarashi junto a Amalia Fernández 2006, El triunfo de la libertad junto a Juan Loriente y La Ribot 2014), propuestas de autoría compartida (Clean Room 2010-2016) y la organización de programas curatoriales (In-presentable en La Casa Encendida de Madrid 2003-2012; Picnic Sessions en el CA2M de Móstoles 2013, 2015; Living Room Festival en diversas ciudades europeas 2010-2013). Su trabajo se distingue por aunar una gran capacidad autorreflexiva con el humor y el delirio propios del poeta que, jugando con el lenguaje, crea una nueva realidad, a veces claramente ficticia y, otras, extremadamente real.

‘My Only Memory’ continúa en esta línea de piezas que funcionan como manifiestos poéticos o declaraciones de principios. Desde la exploración de las posibilidades de ocultamiento de la identidad del intérprete en El Pelirrojo (1995) o The Taste is Mine (2000), hasta la radicalidad del dispositivo escénico en Todos los buenos espías tienen mi edad (2002), pieza en la que Domínguez aparecía sentado sin levantar en ningún momento la mirada hacia el público. La acción tenía lugar en un texto que, escrito en primera persona, el espectador hacía suyo o “incorporaba” mientras leía. Cuando en 2016 presenta su siguiente solo, Entre lo que ya no está y lo que todavía no está, lo hace habiendo dedicado años al estudio del lenguaje en relación con el gesto, con la producción del tiempo, con el manejo de la expectativa y de la imaginación. En él hace uso de sus vivencias íntimas, de su identidad como persona, de su nombre y el de su familia, poniendo a prueba la capacidad de lo autobiográfico y de lo anecdótico como material lingüístico y coreográfico. El artista aparece entonces en un lugar central del escenario, claramente visible, pero su objetivo no es mostrarse a sí mismo, sino sujetar la materialidad del texto, la textura y el ritmo de una voz que es tan suya como la de cualquiera. Sostener el texto en su forma física como si este fuera el artífice de la acción, como si fuera el texto el que actúa, y no quien lo lee.

En palabras del propio Juan Domínguez: “Me gusta que el espectador pueda ser menos espectador y el intérprete, menos intérprete. Se trata de fabricar desde la escena y con el público un estado de excepción muy concreto del aquí y ahora. Propongo un tiempo que se perciba como textura y material, más que como medida”.


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