Juegos de rol
Una de las cosas que más recelo despertaban en mí antes de comenzar los ensayos era el modo en que la psicología (mas concretamente el psicoanálisis) iba a ser utilizada en los ensayos. No es extraño, teniendo en cuenta algunos antecedentes (mejor dicho cursos) que forman mi experiencia. No cito nombres, para qué, pero está claro que el uso de «técnicas terapeúticas» o el empleo de la «memoria emocional» han provocado no pocos problemas y confusiones en muchos actores y han rodeado de una aureola mística a un buen puñado de… (a rellenar por el lector, según los casos) con ansias de gurú o necesidad de acumular poder e infuencia. Y lo más curioso es que este «modo de hacer» teatro, desde un punto de vista puramente psicológico, es fruto de una enorme confusión, cosa que su propio creador no tardó en reconocer.
Hecho este preámbulo, es evidente el porqué de mi escepticismo ante lo que de psicología aplicada al teatro se presentaba al iniciar este proyecto. Sabía de antemano que el trabajo de Suzanne estaba muy influenciado por el psicoanálisis, y había oído como aplicaba algunas de sus técnicas. La curiosidad y ganas de trabajar con ella han ayudado a eliminar algunos de esos prejuicios, pero no todos.
Así pues, cuando el sábado, último día de trabajo de la semana pasada, estaba planteado el trabajo con una terapeuta dedicada a tratar niños provenientes de familias con problemas, mis prejuicios viajaban conmigo al trabajo. Mas aún cuando aparecía el termino «rollspel» (juego de rol) en la agenda del día. Carina Håkanson trabaja en Göteborg, y antes de iniciar el «juego» presentó de una manera resumida su trabajo. Tras esa explicación Suzanne tomó la palabra y planteó el ejercicio. A cada uno de nosotros nos dió el rol a jugar, todos ellos basados en los personajes que intervienen en el segundo acto: la mayoría niños de doce años y yo su profesor. Suzanne se dio el título de rectora y algún actor que no interviene en esta parte se le asignó el papel de «padre» de algún alumno Carina sería la terapeuta que «controla» la sesión. Y así, sin más preámbulo, comienza la «sesión». No hay guión previo mas allá de lo aquí dicho.
Juego de rol y juego de perspectivas, juego de Lego emocional, donde poco a poco, a golpe de intuición, imaginación y escucha se va creando sutilmente, de un modo casi imperceptible ese grupo teóricamente planteado por Suzanne. Los actores van incorporando la forma y el discurso de esos alumnos de doce años, los padres su discurso, y yo el profesor que quiere y respeta a sus alumnos poco a poco me emociono ante la valentía de mis alumnos, sin empujar, sin provocar, sin buscar una composición, ni un resultado. Los conflictos dan forma a las situaciones que van perfilando esa sesión «terapeútica» compartida. No «hay que» utilizar tu propia historia personal, pero estoy seguro que todos, de dónde sino metemos la mano en el saco de nuestros recuerdos, pero lo hacemos como quién busca un juguete en el baúl. Con ganas de divertirse. Un actor-niño se enfada con otro porque siempre quiere ocupar el primer lugar. Otra habla mientras dibuja garabatos sin parar en una libreta… Divertido, muy divertido. Y lo que es más importante, ayuda a dar vida a los personajes de un modo muy nítido. Al finalizar la terapeuta confiesa su sorpresa por la capacidad que demostramos los actores al entrar en los personajes. Tanto que ella quería dejar de jugar el rol de terapeuta y dedicarse a observar el mundo que poco a poco se iba dibujando en torno a ella.
Han pasado muchas mas cosas, pero quería destacar este trabajo al que me enfrentaba con muchos prejuicios. Ahora espero con ganas el próximo día.
El viernes tuvimos un encuentro con quienes van a ser nuestro grupo de referencia. Diecisiete niños de doce años que van a seguir nuestro proceso y van a darnos sus opiniones sobre las escenas y la composición de los personajes. En este primer encuentro disfrutaron de nuestro trabajo, aún verde. Les parecía de verdad lo que hacíamos, buena señal, y les cautivó cómo las máscaras transforman a los actores. Al finalizar tuvimos una pequeña entrevista personal cara a cara, eligiendo ellos a cada uno de nosotros, y les preguntamos lo que pensaban sobre nuestro personaje, como mejorar… Seguiremos viéndonos.
Mi lucha con las consonantes sigue, con pequeñas batallas ganadas. Pero la guerra amenaza ser larga e intensa. ¿Cómo se pronuncia förolämpning frente a suecos sin que suene a goma?
La semana pasada me dejé en el tintero comentar el trabajo sobre máscaras y demonios. Tendrá que esperar un poco más. Esta próxima semana se montan las escenografías de los dos actos por lo cual nos trasladamos a ensayar a Stockholms Teater Högskola.