El giro hermenéutico

Julia Gutiérrez Caba, Premio Max de Honor

Sólo dos damas han recibido esta distinción en las 15 ediciones de los premios Max de las Artes Escénicas. Aunque no es una observación novedosa tratándose de cuotas y paridad, merece la mención y mi interés por la figura que recibe el Max de Honor este año como lo fuera Pilar López en 2006. ¿Qué ha hecho a estas mujeres merecedoras del reconocimiento y cuál su aportación a nuestro arte escénico? Ambas provienen de una saga de artistas: Pilar López, la maestra de Antonio Gades, de la danza; Julia Gutiérrez Caba, de la interpretación teatral y cinematográfica. En el caso de Julia, la saga inicia recorrido cuando el nombre de Leocadia Alba traspasa la escena madrileña, del género chico al teatro «de autor» de la época: Benavente, Álvarez Quintero, Shaw, Arniches o Martínez Sierra. Su padre Pascual Alba y su hermana Irene Alba fueron cantantes de intérpretes de zarzuela y espectáculos del «género chico» a finales del siglo XIX. Irene Alba junto a Emilio Gutiérrez tienen a las actrices Irene, que destaca en el cine, y Julia Caba Alba, actriz de teatro y cine, en más de 100 títulos. Irene es tía de la Irene, hermana de Emilio y de Julia Gutiérrez Caba. Una familia excelsa y admirable en su compromiso con las tablas. Ahora despunta la joven Irene Escolar. El gusto por los nombres familiares en la saga, nos debe una acertada curiosidad y cuidado respeto.

Julia Gutiérrez Caba representa una tradición importante de actrices españolas; además de su carisma de señora amable y entrañable, destaca su mirada inteligente y escrutadora. Llevar el apellido ha significado trabajar más y mejor, siempre cerca del mundo que ama, como su encuentro feliz junto al empresario teatral Manuel Collado. Pensar en Julia es verla interpretando a Fanny en Las entretenidas de Mihura, la Cristina Mannon de A Electra le sienta bien el luto, de Eugene O’Neill, dirigida por José Luis Alonso, y junto a actores como Alberto Closas en Flor de Cactus. La década de los 60 fue dorada y así recibe el Premio Nacional de Teatro en 1970 que abre su dedicación en el teatro televisado de Estudio 1 y a la empresa teatral junto su marido. En 1986 José Carlos Plaza cuenta con ella para El jardín de los cerezos de Chejov. Julia ha sabido madurar y seguir integrada en la profesión, tanto en cine –desde sus inicios con Juan Antonio Bardem en A las cinco de la tarde hasta Los ojos de Julia en 2010- como teatro, finalista al Premio Max a la Mejor Actriz Protagonista en 2002 por Madame Raquin de Emile Zola.

Tiene muchísimos premios y reconocimientos al que sumar este Max de Honor que le hace justicia, no sólo a ella, sino como le gusta recordar, a quienes le precedieron.


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