Kalm/Karen Creemers
Col hamletiana
Obra: Kalm
Autor, intérprete: Karen Creemers
Serantes Kultur Aretoa – Santurtzi – 15-10-05
El Festival Internacional de Teatro de Santurtzi sigue en esta edición con una sección dedicada al teatro de pequeño formato, con claros tintes humorísticos. Inaugura este año con la presencia de un payado al que habíamos visto actuando con el “Circo Ronaldo” vendiéndonos pinochos realizados con ramas de árboles. Ahora llega solo, con un teatrito y va a interpretar “Hamlet”.
Desde ese mismo momento en el que decide ponerse a realizar la obra cuando empieza el caos, la locura escénica, el encadenado de situaciones absurdas, paradójicas, delirantes, que demuestra la capacidad cómica de este cómico de cara imposible de definir, un payaso sin máscara que hace miles de máscaras faciales, que se enfrenta ante todas las desgracias y que su persistencia nos llevará a que podamos escuchar, el “to be or not to be”, con el que finaliza la actuación con su col en la mano.
Para ello ha debido plantar una col de Bruselas que siembra para que crezca y tome la medida más o menos adecuada para poder colocársela en la mano sustituyendo a la calavera que en uno de sus muchos accidentes se ha despiezado. Se cae el telón, se desprende un foco, una parte del propio teatrito se desmonta y debe ser aguantado por un espectador. Todo ello en un caos provocado en donde tiene cabida los gags visuales más escatológicos, simula vomitar, defecar, mear; se traga una armónica, se convierte en una muñeca de joyero o sufre un priapismo sobrevenido gracias a una supuesta bomba de aire. Sin palabras, con una comunicación directa, el espectáculo trascurrió con lagunas en el ritmo, con una vacíos que no permitía el mantenimiento de un estado de complicidad con el público que requiere la propuesta.
Faltó en la representación presenciada ese bien sublime de la intensidad comunicativa continuada, de esas risas contagiosas y en los silencios, aunque su calidad no desciende, sí pierde efectividad y se va desinflando lo que tiene que ser un torbellino bufonesco. Con apenas un planteamiento luminotécnico oportuno y unos pocos recursos sonoros, todo se basa en la capacidad del payaso que, en ocasiones, logra atrapar a todos.
Carlos GIL