Teatro de La Abadía celebra quince años de andadura desde que la antigua iglesia de la Sagrada Familia en Madrid reabrió sus puertas para celebrar en ella otro tipo de liturgia, convirtiéndose en la casa de teatro y estudios que dirige José Luis Gómez. Para celebrarlo, además de recuperar algunos de los espectáculos señalados que han pasado por su escenario, han invitado a unos cuantos “amigos de la casa” reuniéndolos en una producción propia que se estrena este el día 3 de febrero, ‘El arte de la comedia’, del autor napolitano Eduardo de Filippo y que permanecerá en cartel hasta el 21 de marzo.
Carles Alfaro –quien ya firmó las puestas en escena de ‘El portero’ de Harold Pinter y ‘Las sillas’ de Ionesco– es uno de los invitados a esta fiesta, en la que sin embargo le ha tocado el papel de pinche del anfitrión, es decir, de director. “Me sorprendí mucho cuando me llamó José Luis Gómez para pedirme que dirigiera un Eduardo de Filippo, no porque recordara que soy gran admirador de su obra, sino porque yo siempre puntualizo que, mal me pese, tengo un punto austrohúngaro y nunca he creído que tenga la suficiente gracia. Me embeleso como espectador y me da rabia que no se hagan montajes, pero siempre me he sentido muy cohibido”, reconoce. Una sorpresa que se acrecentó con la elección del título, El arte de la comedia, por ser ésta una obra “atípica” en de Filippo que se sale de las grandes obras populares que vienen a la cabeza cuando se habla del autor, tales como ‘Nápoles millonaria!’ o ‘Estos fantasmas’: “Es una obra difícil, con una estructura muy experimental y que el autor escribió en un momento reivindicativo, por dónde lo situaban sus compañeros de profesión y la crítica. Él viene de una familia de cómicos de la legua y, pese a que dio un paso dentro de lo que era su tradición familiar, siempre quedó como entre a dos aguas. Para unos resultaba pretencioso y los otros no lo acababan de incluir entre sus grandes autores”, recuerda Alfaro.
En esta tesitura de Filippo escribió El arte de la comedia, una obra en la que se habla de teatro para hablar de la vida: “Él insistía en que el tema del teatro era la excusa, que no es una obra para gente de teatro, y creo que así es. De Filippo es un poeta humanista que refleja no la realidad de los trabajos de sus personajes sino los conflictos y las circunstancias de lo que viven”, explica Alfaro, para quien el autor sería el “Molière de hoy”, ya que explica el patetismo del ser humano poniéndose él mismo a la cabeza. La cuestión que planea la obra es, no obstante, hasta qué punto tiene el teatro una función social. Si es de interés público.
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