La banda del fin del mundo/Los Corderos
Libertad sin prejuicios
Cuando una se sienta en su silla de espectador y empieza «La Banda del Fin del Mundo», ha de tener claro que se abre ante sí la puerta de la libertad en mayúsculas. Una libertad que no comparte todo el mundo, pero libertad al fin y al cabo. Y ese riego se agradece, puesto que aquí no hablamos de libertad sin fundamento ni apoyos ni técnica, no, no hablamos de eso. Hablamos de una libertad de lenguaje, de una definición de forma y de contenido, que ya después cada uno valora si le gusta o no, pero que se debe valorar su coherencia de estilo, su trabajo de base; su transpirar: primero proyecto, después ejecución; se percibe trabajo, luces, vestuario; se percibe progresión: presenta, discurre, concluye; se nota entrega. Y horas, muchas horas que no deben pasar por alto.
La compañía Los Corderos explican su situación, mensaje y libertad con buena técnica. La formación de danza se nota para concretar mensaje, para decir aquéllo que quiero decir, de la manera que lo quiero decir. Eso. Detallistas en el gesto, resultan grandes comunicadores y conectan con la mayoría del público (a no todo el mundo le gustan los volcanes)
Mérito y trabajo para la iluminación, que no pecó de discotequera, y ni para el sonido, que no abusó de volúmenes ni distorsiones gratuitas, que firma El Mo. Hay sentido del espectáculo en toda la compañía y en toda la obra. Muy buena concepción del espacio, sin inventos y con imaginación, que firma Cube. Y la madre del cordero, responsable de vestuario, también acorde al todo. Buena mesura de esa luz, vestuario, combinatoria del texto y su interpretación.
Muy bien resuelta la combinación de lenguajes y música, gesto, teatro del absurdo. Tempos y espacios alternados sin previsión para el espectador, pero con inteligencia. Nada es previsible pero todo es coherente. Espectáculo en mayúsculas, sin excentricidades secretas «(…) la congoja del saberse muriendo». Y esa continua noción del ritmo que está presente en TODO el espectáculo, en esa continua captación del público. Todo a un ritmo y estética que contradice
una linea de espectáculo con toda la calidad y cualidades que no son usuales de encontrar en obras de este tipo. Y reivindican y dan voz y critican y hablan y chillan HACIA LA SOCIEDAD Y SU INDIFERENCIA Y PASIVIDAD. Pero esta estética no gusta a todos, pero animo a pasar por encima de ello (si no convence) y escuchar su discurso. Un discurso siempre válido sea cuál sea el idioma en el que se narra. «Nada es casual, todo ocupa su lugar» (…), «Aprender a mirarse, aprender a callar». Y siguen explicando, que mucho MisterMan pero no sabe moverse por si mismo, es un simple títere. «Da igual como se llame ese algo, lo importante es hallarse en ese algo».
…Dos momentos: inteligentes, respetuosos y sensibles para el momento sobre la crítica de los»refugiados»; y conseguido, no-fácil y paréntesis de latido cuando Miss Q canta con su guitarra, sentada encima de su compañero, quién la acompaña vocalmente aguantando todo el mensaje. …Debes ir, y déjate llevar.
Anna Jarque
Compañía: Los Corderos. Espectáculo: La Banda del Fin del Mundo
Dirección: loscroderos.sc
Creación e interpretación: David Climent, Pablo Molinero, Pia Nielsen. Dirección musical: Pia Nielsen (Miss Q). Iluminación y espacio escénico: Cube. Técnico de sonido: El Mo. Vestuario: la madre del cordero.
Sala Hiroshima, Barcelona. 12, febrero 2016