La Caja Pilcik/Carlos Be/Mosaico Mercurio
Destrucción total
Obra: La caja Pilcik – Autor: Carlos Be – Intérpretes: Xavi Fontana, Oskar de la Fuente, Kiko Gutiérrez, Alfonso Mendiguchía, Chema Moro, Jorge Peña Miranda, Almudena Ramos, Isabel Sánchez – Dirección: Esther Ríos – Producción: Mosaico Mercurio – Serantes K. A. – 13-11-09 – Festival Internacional de Santurtzi
El mal se oculta en un laberinto de nociones sobre objetivos superiores. Cuando alguien vive en el fundamentalismo de tener una misión salvadora de los demás, puede acabar convirtiéndose en un monstruo. Seres atentos, sociales, que en su doble vida son execrables torturadores, asesinos, violentos. Esta obra de Carlos Be que recibió el Premio de Textos Teatrales Serantes Kultur Aretoa de 2008 y que editó Artezblai, nos muestra un ser en el que se dan estas condiciones, un discreto servidor de un estado totalitario que trabaja para sus servicios secretos y que se dedica a perseguir y eliminar a quienes intentan abandonarlo en busca de una posible libertad y prosperidad.
Esta función es de por sí demoledora desde el análisis ético o político, retrata un estado de ahogo interior, pero el protagonista, el funcionario discreto, encierra en sí mismo otra personalidad, es un ser que acumula patologías, su destrucción no es solamente externa, objetivable, algo que emana desde un delirio en donde se confunde el mal, el amor, el dolor, la salvación, el deseo, la pulsión de muerte. Llega a ejercer una locura de mayor violencia, apoderándose de la hija de una de las familias que ha eliminado, secuestrándola, abusando de ella, torturándola con el simple encierro en un caja especial que da título a la pieza. La destrucción total de toda noción de humanidad, de compasión. El horror, en sus formas, en las justificaciones que esgrime el torturador, porque si algo tiene el texto es que fija la mirada en ese ser desde todos los ángulos, no lo juzga, lo muestra para que el espectador tome su postura. Y es que parte de los hechos narrados son sacados de la realidad. Y que se encadenan a casos que se han hecho públicos en los últimos meses sobre encierros y abusos de menores que han horrorizado a la opinión pública.
La obra es de alto nivel de exigencia, y este montaje se mueve en un posibilismo escénico que nos deja ver solamente una parte de sus valores pretendidos. Lo esencial, el núcleo central se visualiza, falta lograr que en toda la parte de contraste, en esa taberna donde debe expresarse la otra vida, la normal, la cotidiana, la cívica, es decir la política, para entendernos, se alcance la misma intensidad para que la propuesta estética alcance unas valores más constantes. El equipo actoral defiende la puesta en escena que, en sus limitaciones presupuestarias, aplica soluciones imaginativas y consigue crear la tensión, la angustia, descifrar las claves de esta destrucción humana desoladora.
Carlos GIL