La Cantante Calva / Yllana
Estreno de La cantante Calva
Título: La Cantante Calva; Autor: Eugéne Ionesco; Adaptación: Luis Echávarri – Yllana; Compañía: Yllana; Dirección: Yllana; Escenografía: Yllana; Vestuario: Sol Curiel; Iluminación: Diego Domínguez; Interpretes: Paloma Tabasco, Paco Churruca, Roser Pujol, Carlos Cañas, Carmen Ruiz y David Fernández (Fabu).
JAVIER GONZÁLEZ SOLER
La programación Cultural del ayuntamiento de Ceutí no sólo es asombrosa y modélica en la Región de Murcia, sino que va a más. El último evento ha sido todo un acontecimiento: el estreno nacional del último espectáculo de la compañía madrileña Yllana el pasado 12 de marzo: ‘La cantante calva’ de Eugéne Ionesco.
El grupo Yllana comenzó oficialmente su andadura en 1991 y ha tenido grandes éxitos a lo largo de estos últimos 15 años. La compañía, verdaderamente ha revolucionado la escena española en cuanto a teatro de humor, con un estilo propio basado fundamentalmente en la gestualidad y la onomatopeya. Crearon un estilo propio, accedieron a la propiedad del Teatro Alfil y se convirtieron en productora. Curiosamente, cuando aun no eran conocidos, su primer montaje llevaba precisamente este título, un espectáculo “de texto”. Luego la compañía se especializaría en el gesto para retornar al texto ahora, precisamente con ‘La cantante calva’. Después de ver que no es tan fácil encontrar espectáculos del formato, el estilo y la calidad buscada para el Alfil, se plantearon hacer sus propias producciones para rellenar la temporada, y así encontramos perlas como esta.
La cantante calva de Eugéne Ionesco de 1950 es ya un clásico del Teatro del absurdo, caracterizado por su firme rechazo al teatro realista, representado en este caso desde una forma cómica. Ionesco creó los diálogos de la función sacándolos de manuales de enseñanza de idiomas, de esta forma a través de este absurdo diálogo, nos evidencia la incomunicación en el seno de la familia y la sociedad inglesa. Yllana la hace suya y la representa de la mejor forma posible: destacando el absurdo desde el propio realismo. Su gracia estriba precisamente en una interpretación realista, sin llegar a ser naturalista, y sin caer tampoco en lo grotesco. Es un texto sumamente complicado y difícil de poner en escena, porque si no se consigue que el público entre en el juego, la comicidad se pierde en el propio absurdo y no se entendería nada. El caso es que los actores de Yllana salvan perfectamente la situación. Componen unos tipos casi perfectos, le cogen el pulso a los personajes y mantiene todo el tiempo el ritmo de la función.
La escenografía es sencilla y llamativa, un enorme sofá de proporciones colosales preside la escena. En él se sentarán todos los personajes que intervienen. Y es que Yllana juega a los contrastes: un sofá increíble, junto a un vestuario impecablemente convencional; lo absurdo de lo que se está diciendo y la naturalidad con que se dice. La incorporación de algunos efectos de voces en Off, rompe y a la vez potencia el gag. Está todo medido para no abusar de los efectos ni exagerar las formas. Además de la buena dirección y concepción del espectáculo, todo es posible gracias al magnífico elenco seleccionado por la compañía, cinco actores y actrices completos capaces de hacer el milagro.