Críticas de espectáculos

“La cena de los generales” de Alonso de Santos/Miguel Narros

Podría haber sido

Obra: “La cena de los generales” Autor: José Luis Alonso de Santos. Intérpretes: Juanjo Cucalón, Sancho Gracia, Lorenzo Area, Antonio Escribano, Jesús Prieto, Emilio Gómez, Víctor, Manuel Dogar, Cesar Oliver, Luis Muñiz, Adolfo de Grandy, Ana Goya, Candela Arroyo, Juan de Mata, Lucía Bravo, Virginia Mateo, Luis Garbayo, Borja Luna, Tomás Calleja. Escenografía: Andrea D’Odorico. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Vestuario: Ana Rodrigo. Dirección: Miguel Narros. Teatro Principal de Zaragoza 11 de noviembre de 2009

Cuando una función teatral, tal es el caso de “La cena de los generales”, recibe el aplauso unánime y prolongado del público, no sé debería, en principio, añadir mucho más. Pero las cosas no siempre son como parecen y “La cena de los generales”, que podría haber sido un gran espectáculo teatral, se queda en un intento más aparente que real. El teniente Medina recibe la orden de organizar una cena en el lujoso hotel Palace para Franco y sus generales. Pero existe el inconveniente de que los cocineros están en la cárcel por izquierdistas. Para conseguir preparar la cena, el teniente seguirá la sugerencia del maitre del hotel, de liberar por un día a los cocineros encarcelados.

Alonso de Santos construye un texto con luces y sombras. Presenta una correcta estructura y un buen planteamiento de la trama y su desarrollo, pero esa carpintería teatral está sustentada sobre situaciones que se reiteran demasiado y sobre la búsqueda de la complicidad fácil con el público a través de chistes manidos (a Franco no le gusta la ensaladilla rusa) o el recurso simplón del moro incauto, que arranca las risas del respetable. Pasa de puntillas sobre las aristas más afiladas de un tema lleno de interés (el de los represaliados del franquismo tras la finalización de la guerra civil) y al final, todo resulta demasiado almibarado. Una función teatral es mucho que un texto que dicen los personajes.

Y es en su vertiente puramente escénica donde el espectáculo salva los muebles. Miguel Narros resuelve con oficio una puesta en escena llena de complicaciones. Mover en escena a dieciocho actores no es nada fácil y él lo consigue sacando todo el partido a una muy lograda escenografía y haciendo un buen uso del ritmo y del espacio. Hay destacables aciertos de dirección (los cocineros miman la preparación de los platos) junto a otros menos afortunados (ese final con el maitre tocando el violín parece demasiado empalagoso).

Y hay sobre todo, un elenco de actores y actrices que responden sobradamente. Hay oficio sí, pero cuando uno va al teatro espera algo más que eso. Además de saber manejar el ritmo, el espacio, los desplazamientos, las posiciones o los agrupamientos, quien va al teatro espera encontrar ese toque imaginativo, que convierta lo que está pasando sobre la escena en algo único y especial, en algo que nos implica, que nos toca, que habla directamente a nuestra capacidad de razonar y de emocionarnos, y ahí “La cena de los generales” se queda en un simple podría haber sido. Es divertida y funciona bien en el lado cómico, pero no ofrece demasiado cuando trata de alcanzarnos con el lenguaje de la emotividad.

Joaquín Melguizo


Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba