La Cena / Flotats
«LA CENA», DE JOSÉ MARIA FLOTATS, EN EL «BELLAS ARTES» DE MADRID
Por PABLO VILLAMAR
Lo mismo que al Quijote, sobre todo este año, ha arrumbado a su eximio autor don Miguel de Cervantes Saavedra Salvando las distancias, así «La cena» que se representa con inusitado éxito en el Teatro Bellas Artes de Madrid, arrumbó a su autor Jean Claude Brisville por el mejor actor y Director que hoy tenemos en España, don José María Flotats. Que me perdone el autor e incluso el actor a una obra bien escrita, culta e inteligente, pero el público que llena el teatro todos los días, con lo difícil que es eso, es por el prestigio del actor y director como no se conocía en mucho tiempo en Madrid capital del Reino. Cierto que en la obra hay chispazos de ingenio, de buena ironía, incluso de humor soterrado, pero si ain el actor que da el gesto, el ademán, la mirada e incluso la entonación y la intencionalidad exacta a la frase, hubieran pasados del todo desapercibidos para el espectador. Lo que demuestra una vez más que auin manda en el escenario, no es el autor, ni el iluminador, si el escenógrafo, ni siquiera el director. Son los actores que dan la cara y se llevan el aplauso o la repulsa del público.
No sé, ni siquiera importa, cuanto se ha ensayado esta obra, o la de veces que se haya representado, lo que importa son los resultados obtenidos y, en este caso, se sale de los intérpretes españoles, que me perdonen también, e incluso de los franceses actuales. José María Flotats, aparte de haber estudiado en Francia, está a la altura de los mejores actores ingleses que, sin dudarlo, están entre los mejores del mundo. Tanto es así que «La cena», con solo dos personajes y un tema histórico no español, y a pesar de tener a un partener de excepción como es Carmelo Gomez como antagonista, el éxito de la obra se debe a Flotats.
Este liderazgo viene de no hace mucho, en concreto cuando se presentó con la comedia «Arte», que nos dejó a todos los profesionales anonadados, no digamos al público, quizás hace ya tres años pero inolvidable, y más recientemente con «París 1.9….» que puso en escena las lecciones de interpretación de Luis Jouvet, que hasta los más legos en teatro, no quisieron perdérsela y salian entusiasmados, por cierto, en el mismo Teatro Bellas Artes. Y además, hay en Flotats, como en todo sabio, humildad y sencillez, y una admiración hacia José Tamayo, que lo incluye en el mismo programa de mano, como homenaje al gran Director. Eso, ingratamente, no es frecuente con un hombre que nos enseñó a todos el teatro moderno, desde la iluminación, hasta los montajes más sofisticados, y la presentación de los mejores autores universales, en su momento, y con los mejores intérpretes españoles de antes. Él fue y después Marsillach, al que me lo ha recordado varias veces en esta última obra, por el acento que puso siempre en los más pequeños detalles de la interpretación elevados a la categoría.
Concluyamos diciendo que «La cena» de Jean Claude Brisville, es una recreación, mano a mano, entre dos personajes históricos Talleyrand y Fouché durante la noche del 6 al 7 de julio de 1816 cuando el desastre de Napoleón en Waterloo había dejado a Francia huérfana de Poder y, claro está, ciertas concomitancias, con nuestro momento político actual, tan sutiles, como las hacía nuestro admirado Buero Vallejo en el largo período de censura en España. Ahora no lo hay, pero la Historia y el Poder, siempre han recelado del teatro aunque cambien los Gobiernos y la sociedad. Por lo que a mí respecta, me quedo con Flotats, PABLO VILLAMAR