La compañía Traspasos estrena ‘Mario por alusión’ de J. A. Pérez
La compañía Traspasos Kultur estrena el día 16 de enero en el Zornotza Aretoa de Amorebieta el monólogo «Mario por alusión» en el que el actor Rafael Martín Morante interpreta al personaje creado por Delibes, que en el texto de José Antonio Pérez «no murió, sino que simplemente calló. En los largos años de velatorio, Mario ha hecho oídos sordos a los improperios que Carmen, su mujer ha vertido sobre él. En su lugar, ha ocupado el tiempo en interesarse por los cambios sociales y políticos que ha experimentado la sociedad española desde un ya lejano 1966». Así, el actor Rafael Martín Morante se mete en el papel de ‘el de las cinco horas’ para llevar a los escenarios Mario por alusión, monólogo escrito por José Antonio Pérez, un espectáculo que a Mikel Gómez de Segura, director del proyecto, le rondaba incluso antes de realizar su primer montaje teatral con Traspasos, Pepe el Romano, obra con la que comparte similitudes no sólo en el proceso de creación, también en el hecho de estar basadas en personajes sacados de entre líneas de la literatura reciente. Asegura que ello no se debe a una intención de “dar una oportunidad a los sin voz, ya que sería demasiado simple, sino que lo que realmente nos interesa es utilizar las historias no contadas de estos personajes para ofrecer reflexiones actuales”. Utilizando a los personajes de Menchu, que es una mujer católica, moralista y rompedora de utopías, y Mario, que es un profesor de instituto, culto y librepensador, Traspasos trata de ahondar en el tema de la recuperación de la memoria histórica, “porque en la oscuridad se sigue hablando de las dos españas. Carmen es la representación de la España del franquismo y del moralismo, mientras que Mario es la parte olvidada, los 35.000 muertos en fosas comunes”.
¿Dónde ha quedado todo?
Aun así, Mario no llega para hacer una réplica a la perorata a la que le ha tenido sometido su mujer durante años. En su discurso, hay una intención por parte de la compañía de “hacer una crítica a la izquierda desde la izquierda, porque de alguna manera viene a decir que él lleva 38 años, no muerto, sino dormido. Como todos nosotros”. A medida que se van dejando entrever referencias históricas reales de los últimos años, se enlaza con esa memoria que se pierde con el propósito de “exigir el derecho a existir, de reivindicar la historia no escrita porque alguien se ha encargado de anularla. Mira, aunque no sale en el espectáculo es un ejemplo: lo jodido no es que toquen el himno de Riego en un campeonato deportivo, sino que los tenistas no lo hayan oído nunca. Y no es un problema de falta de cultura. La cuestión es que alguien lo ha borrado de la historia”, sostiene el director.
Todo ello va haciendo que el protagonista de Mario por alusión se vaya encendiendo y vaya hablando más de lo que en un principio venía a decir, porque reconoce que ha convivido sus años de muerte voluntaria con la presión de soportar las voces de sus dos hermanos y su hijo, asesinados por activistas políticos, que le formulan una y otra vez la misma pregunta: ¿Dónde ha quedado todo? Esa presión hace que el tono intranscenente del inicio, en palabras de Martín Morante, “ese hablar por hablar, vaya atrapándole, vaya trayendo recuerdos y presencias a su memoria y ése es su problema, que tiene recuerdos que le van atrapando y que poco a poco le hacen enfrentarse a su gran dilema: darse cuenta de que ha sido un cobarde que se había adaptado a los tiempos con versatilidad pero con un problema: que se ahogaba cada vez más”.
Fríos recuerdos
En su pequeño desahogo, este profesor de historia que trataba de hacer llegar a sus alumnos el pilar fundamental de su pensamiento que es que “el conocimiento del pasado es vital para la comprensión del presente” llega a entender que lo realmente importante es la responsabilidad del individuo ante los hechos que ocurren a su alrededor, porque a entender del actor que le da vida sobre los escenarios, “es su propia memoria la que le va construyendo un espejo”. En lo que al texto se refiere, Gómez de Segura advierte que si bien en Pepe el Romano buscaron que el texto tuviera en sus formas y estilo “un cierto tufo a Lorca”, en esta ocasión han tratado que en su construcción sea muy actual “y ya nos encargaremos de que en su envoltura haya poesía”. De hecho, el protagonista comienza su monólogo dirigiéndose al público para luego pasar a hablarles a los personajes que pueblan su memoria y que están representados sobre el escenario por una serie de sillas. Estos elementos constituyen toda la escenografía con la que cuenta el espectáculo, y que Gómez de Segura describe como los básicos para una obra fundamentalmente de texto, “donde las sillas generan un mundo plástico muy importante pero que además, colaboran en la dramaturgia del espectáculo, que ayuda al actor a construir lo que está sucediendo en escena”. No obstante, no se trata de asientos normales, ya que estan construidos en fibra de vidrio, material con el que en ciertos momentos quieren simular que son de hielo, optando por la vía de la frialdad para evitar lo tenebroso de que representen a los muertos de Mario. Traspasos estrenará Mario por alusión en Amorebieta, tras lo cual comenzará a visitar los escenarios vascos, entre ellos probablemente, el de la Casa de Cultura de Zigoitia, donde han llevado a cabo el proceso de ensayos ya que, en breve, la compañía comenzará un periodo como residente en dicho teatro.