La coreógrafa Matxalen Bilbao celebra sus 25 años de trayectoria con el estreno de ‘Hustu’

La pieza se verá este fin de semana en La Fundición Bilbao y en marzo en Barakaldo
El sábado 1 y el domingo 2 de febrero (19 h.), la compañía Matxalen Bilbao pondrá en escena por primera vez su nueva pieza larga, ‘HUSTU; elogio al vacío’, con la que la coreógrafa, bailarina y docente vasca celebra un cuarto de siglo como creadora. Porque, aunque empezó en la danza hace 38 años, fue en el año 2000 cuando decidió lanzarse a levantar sus propias producciones. La primera fue aquel recordado ‘Mutis‘ (que hoy da nombre al espacio de formación en danza y creación que codirige en Leioa) y, desde entonces, ha dado a luz a una decena de montajes más. El estreno absoluto de ‘HUSTU; Elogio al vacío’ tendrá lugar en la sala bilbaína La Fundición (con entradas agotadas ya para el día 1), un teatro que ha estado unido a la carrera de Matxalen desde el principio. “Desde hace cuatro décadas, es un lugar para reunirse, conectar, descubrir artistas; es también el lugar en el que yo empecé a bailar”, rememora Matxalen, “por eso quería que la puesta de largo de esta pieza fuera allí”. El Teatro Barakaldo acogerá el 15 de marzo una nueva función.
En ‘HUSTU; elogio al vacío‘, Matxalen y Natalia García Muro (coreógrafas e intérpretes) exploran la pregunta: ¿Se puede vaciar una de sí misma? Para ello, han querido “atravesar la idea del vacío en todas las capas de la danza”. El espacio, el tiempo, el sonido (en este caso el silencio), el movimiento (en este caso la quietud)… se muestran vacíos para acercarse a lo esencial. “Creo que esta es una propuesta coherente con mi camino, en el que siempre he tratado de entender la danza desde la profundidad, interrogando a la propia danza: al movimiento, al espacio, al tiempo…”, resume la también directora de ‘HUSTU; elogio al vacío’. En definitiva, se trata de una obra austera, sin adornos, “ni elementos superfluos”, que cuenta con espacio sonoro de Mikel R. Nieto, diseño de iluminación de David Alcorta y audiovisuales de María Etxaide. “Es un acto político-poético como respuesta a esta tendencia de consumo rápido, de exceso de ruido y falta de contenido”.
Su compañera en escena, García Muro, alaba a quien reconoce como su “madre en la danza” y añade: “conecto profundamente con su mirada hacia la danza, su planteamiento, su ética, su imaginario, su manera de trabajar… Y me siento orgullosa de recoger su legado y poder transmitirlo”. Ambas forman un “tándem perfecto”, en palabras de Matxalen: “con Natalia puedo desplegar todas mis ideas sin que haya prejuicios ni juicios, y eso es maravilloso porque una tiene que desarrollar su trabajo y su creatividad más allá de si lo que hace le va a gustar o no a alguien”.
Ante el estreno de este dúo con el que conmemorará sus 25 años de trayectoria como coreógrafa, Matxalen se muestra feliz y agradecida, “porque veo que ahora recojo lo que he ido sembrando”. Es el mensaje de esperanza que le gustaría dar a la gente más joven: sí se puede dedicar uno a la danza y vivir de ella. “Yo ahora ya veo que todo es menos cuesta arriba y sí siento que se respeta mi trabajo. Hacerse mayor tiene su recompensa”, concluye.