La estrechez que se avecina
Converso con artistas y gestores iberoamericanos dentro del FITA el festival de teatro que celebra su décima edición en Beja, en el Alentejo, teniendo a Uruguay como país invitado, por lo que hay varios espectáculos programados que en su fundamento creacional participan agentes creativos de este origen. Alguno, como el inaugural con una cohabitación con actrices portuguesas, una mirada a Antígona, que muestra demasiados cruces en su dramaturgia como para poder establecer un campo referencial que nos provoque reflexiones. Parece una sucesión de escenas, que parten de alguna remota situación de la tragedia original que invoca el título y que se va trufando con confesiones particulares, historias sucedidas a las actrices o. su entorno, en un extraño tiempo de autoficción que se congela. En el itinerario de las cuatro actrices y sus personajes se producen demasiadas interferencias estéticas, como para poder considerarla como una unidad dramática, lo que abunda en una puesta en escena pendiente d e lo espacial y no tanto de lo sustancial, por lo que se queda en una formalismo de baja intensidad. Y se debe tener en cuenta en dónde se celebró este estreno.
En todo evento teatral, las circunstancias, son muy importantes. Por no poder utilizarse en este primer fin de semana el teatro Pax Julia, las actuaciones se están celebrando en un precioso patio, lo que provoca tensiones añadidas, como es la imposibilidad de enfocar con garantías, los problema de audición y en la noche del domingo, se tuvo que desplazar la actuación de manera urgente a otro lugar debido a que se levantó un fuerte viento que hinchaba los telones como velas y auguraba susto. Se aporta estas notas circunstanciales porque, a veces, a la hora de enjuiciar las obras visionadas, hay que meter en la ecuación lo circunstancial, las condiciones reales, y es mejor guardar un respetuoso silencio antes de precipitarse en la opinión.
Decía que hemos hablado mucho, hemos conocido de primera mano situaciones políticas en proceso de renovación electoral que puede volver a provocar ciertos cambios a corto plazo en las acciones culturales públicas. Esto puede suceder en Ecuador. Lo de Argentina es algo que su siempre escuálida situación económica ha conseguido una clase teatral endémica, que parece muy poco afectada por los cambios en los centros de decisión. Los compañeros de Brasil vuelven a tener una mejor sonrisa, porque con Lula se vivieron años espléndidos de crecimiento y expansión que se cercenaron con Bolsonaro. Hemos tenido ocasión de charlas con varias personas situadas en lugares claves del Teatro, hoy en Ecuador, y parece que existe una suerte de continuidad, que se sigue haciendo teatro y lo que se intentar es consolidar la innegable calidad de sus gremios creativos.
Podría abrir un capítulo sobre Portugal, pero estamos demasiado influidos por
la proximidad, por la amistad, por comprobar como se han tomado decisiones en el reparto de subvenciones y ayudas que han propiciado cambios muy radicales en algunos centros de producción que llevaban años de crecimiento y que ha visto frenada de golpe su trayectoria, de tal modo que s e plantean un periodo de reflexión. Un asunto muy delicado con muchos matices, pero que nos informa, una vez más, de la excesiva dependencia de las decisiones racionales, estructurales o simplemente casuales de los ministerios y otras instituciones, que parecen tener miedo a lo que crece en los territorios y prefieren mantener esa incertidumbre de inseguridad que es ir convocatoria a convocatoria, sin poder planificar más allá de un ejercicio. Y no sucede solamente en Portugal, es un mal generalizado, un problema muy serio que crea dependencias insuperables. .
Pero lo que ha pasado en Murcia, con la intervención de la Policía Nacional, cortando la actuación de una cantante por actuar con los pechos descubiertos nos indica que se están produciendo acciones que nos llevan a tiempo que parecían olvidados. No está penado ir desnudo por la calle, en un escenario se puede estar de la manera que al artista le dé la gana y no puede ser el capricho, abuso de autoridad de un inspector de policía quien interrumpa una actuación y detenga a la artista. Ha sucedido en Murcia, y no debe ser casualidad, pero hay que parar estas actuaciones de autoritarismo fuera de la ley. Esperamos la reacción de las autoridades competentes, de cómo se pide perdón a la artista y como se censura y aparta del servicio a ese machista policía que cubre los pechos como la censura en pleno franquismo.
No se pueden dar pasos atrás. La estrechez mental, la reacción, la censura no debe instaurarse de nuevo. Es cuestión de defensa de las libertades democráticas, no solamente de las libertades artísticas. Y si no hacemos frente de manera contundente a estos desmanes autoritarios, es lo que se nos avecina.