Críticas de espectáculos

La Flauta Mágica. La Fura dels Baus

LA FLAUTA MÁGICA. Autor: Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) Libreto: Emmanuel Schikaneder. Con textos adicionales de Rafael Argullol Director Musical: Marc Minkowski y Jérémie Rhorer. Proyecto escénico: La Fura Dels Baus. Jaume Plensa. Director de Escena: Alex Ollé, Carlos Padrissa. La Fura Dels Baus. Intérpretes: Daniel Borowski, Toby Spence, François Lis, Erika Miklósa, Patricia Ciofi y Emmanuelle Goizé, entre otros. TEATRO REAL. UN ESPECTÁCULO TOTAL. El teatro Real cierra su temporada operística 2004-2005 con uno de los grandes títulos del género, “La Flauta Mágica”. Esta obra llega al gran público contemplada desde un ángulo original, renovador y espectacular; la particular visión del grupo catalán, La Fura dels Baus. Es esta compañía, desde hace algunos años, uno de los mayores revulsivos en nuestra escena teatral. Tanto es así, que acaba de dar un paso adelante y se encuentra experimentando, con gran éxito, la ópera. Así, ha llevado a cabo montajes tan celebrados como “La Atlántida” de Falla, en el Festival de Granada o “La Condenación de Fausto” de Berlioz en el Festival de Salzburgo. “La Flauta Mágica” de La Fura dels Baus camina entre el teatro popular y el drama filosófico; entre el sueño y la realidad, entre lo clásico y lo renovador, fundiéndose ambos conceptos en un todo armónico que se acerca de forma prodigiosa al espectador, como se acerca el mismo montaje, que concluye en el patio de butacas. Es sumamente interesante la lectura llevada a cabo por La Fura. Es transguesora, profunda y difícil. No podrían formar parte de este reparto – extraordinario, sin duda- artistas cuyas condiciones físicas no fuesen las óptimas para moverse sobre esos inmensos colchones o “tarjetas digitales de memoria” mientras cantan… Y además, hacerlo bien. Otro aspecto controvertido de esta propuesta escénica, radica en los textos escritos por Rafael Argullol y declamados por Lola Dueñas. Unos textos con claros mensajes que ahondan en la lectura filosófica de la obra y que no enturbian en ningún caso la recepción de la música y de su interpretación. Quizá al espectador medio no le aporte nada nuevo o, lo que es lo mismo, si no existieran esas proyecciones, esa magnífica voz en off, no pasaría nada… Todo ello, porque lo que sí se ha conseguido es algo eminentemente visual, bello y magnífico; sellado en uno de los momentos cumbres de esta puesta en escena. El instante en el que La Reina de la Noche (Erika Miklósa), subida en una plataforma, atraviesa el escenario y, casi, literalmente sobre el patio de butacas, nos deleita con el aria más conocida y con más dificultad vocal de esta partitura. No podemos olvidar el acto final de esta ópera: El coro se mezcla con el público. Las voces perfectamente armonizadas inundan el recinto teatral, mientras Tamino (Toby Spence) y Pamina (Patricia Ciofi) abandonan el escenario… Lentamente; al ritmo de las últimas notas de esta obra, dirigida de modo magistral por Marc Minkowski. Es, en fin, una concepción renovadora y original para un arte flexible y generoso. Un arte capaz de brillar cuando su esencia es tratada con cuidado y respeto… Aunque no debemos olvidar que siempre, una puesta en escena ha de servir a la música y al intérprete… Y en este montaje… Estos últimos, deben haber mantenido más de una encarnizada lucha con el “tejido de los sueños” o más bien, con el “tejido de sus pesadillas”.


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