La fuerza transparente del Magdalena
Mujeres haciendo teatro que se encuentran y que combaten el aislamiento que padecen. Eso es el Magdalena Project, una red internacional que en este 2011 cumple 25 años de vida. Dentro de las múltiples ramas que crecen de esta raíz teatral y que durante el año eclosionan en diferentes puntos del planeta, desde el 8 y hasta el 18 de enero se celebra en la ciudad cubana de Santa Clara el III Magdalena sin Fronteras bajo la dirección de Roxana Pineda y el título «Investigación y procesos de trabajo».
Conferencias, espectáculos y demostraciones se suceden en un programa intenso y emocionante en el que se incluyen diez talleres -impartidos por creadoras de la talla de Julia Varley, Patricia Ariza, Cristina Castrillo, Geddy Aniksdal, Parvathi Baúl o Beatriz Camargo, entre otras- que abren preguntas y comparten experiencias de décadas de búsqueda a participantes llegadas de Europa, América, Cuba y de esta ciudad en la que triunfó la Revolución con el sabotaje de su tren blindado y que tanto teatro desprende.
Joven para algunas, maduro para otras, a sus 25 años el seno del Magdalena Project vive un debate que la fundadora Jill Greenhalgh recoge en el libro «Legado y desafío» que se presentará en Cardiff en agosto con motivo del aniversario del proyecto. El anunciado debate responde al hecho de qué ser en el futuro después de cinco lustros concentradas en la resistencia a la invisibilidad. «¿Hemos sido irresponsables al no responder con un discurso político potente ante la falta de apoyo por parte de los poderes establecidos o nos conviene seguir abrazando la marginalidad?», se preguntaba Greenhalgh en una de sus intervenciones,»porque lo cierto es que estamos cansadas, seguimos estando aisladas y nos estamos volviendo transparentes».
Produzca como se produzca ese legado y transcurran como transcurran los próximos 25 años del Magdalena, lo innegable es la fuerza arrolladora de estas hacedoras de teatro que han adquirido la responsabilidad de hablar en primera persona de sus proyectos artísticos, que ponen voz a gargantas silenciadas y que dan cuerpo a problemáticas acalladas de toda una tradición patriarcal heredada.
«Estamos cansadas, seguimos estando aisladas y nos estamos volviendo transparentes», decía Greenhalgh. «Pero solamente la transparencia puede enfrentarse al muro del poder porque un muro nada tiene que hacer con otro muro», rescataba la dramaturga cubana Raquel Carrió en ese intecambio dialéctico y debate en positivo que es el Magdalena.
Actrices, directoras, autoras, teatristas…con todas ellas reunidas durante diez días en un mismo espacio, el teatro está servido y su profundidad y esencialidad, garantizadas.