“La gata con botas”/Teatro Arbolé
Un buen cuento
Obra: “La gata con botas” Compañía: Teatro Arbolé. Actores/Titiriteros: Iñaki Juárez y Alicia Juárez. Escenografía y muñecos: Teatro Arbolé. Iluminación: Julio Sebastián. Vestuario: Pilar Juárez. Música: José Ramón Vericad-Cuti. Dramaturgia y dirección: Iñaqui Juárez. Lugar y fecha: Teatro Arbolé (Zaragoza) 12 de diciembre de 2009 Aforo completo.
Como preámbulo al VIII Festival Internacional de Teatro para Niños y Niñas, Teatro Arbolé presentó en su sala del Parque del Agua Luis Buñuel, el estreno de “La gata con botas”, su último espectáculo, basado en el cuento popular europeo que Charles Perrault recopiló en sus “Cuentos de mamá ganso” como “El gato maestro” y que ha llegado hasta nuestros días como “El gato con botas”. Continúa así la serie de adaptaciones de cuentos clásicos que la compañía zaragozana inició con “Los tres cerditos”.
La versión que firma Iñaki Juárez, mantiene la estructura del cuento, los personajes y los acontecimientos conocidos por todos, pero introduciendo un nuevo punto de vista sobre los roles masculino y femenino. Es una gata la protagonista y no un gato, como sucede en el cuento tradicional. Por lo común, en los cuentos clásicos (y no sólo en ellos, lamentablemente) el héroe es siempre una figura masculina, quedando la parte femenina reducida a ser la malvada de la historia o la desvalida e indefensa que necesita ser salvada. Aquí, Arbolé reivindica el papel de la mujer como elemento activo y protagonista del relato y por extensión (los cuentos no dejan de ser reflejos de unas estructuras sociales determinadas) de la sociedad y del mundo.
Desde este punto de vista, la propuesta es absolutamente sobresaliente. Se utiliza la técnica del títere de mesa. Los muñecos, muy logrados estéticamente, están construidos sin brazos, aportando el propio titiritero los suyos. De esta manera el títere gana en expresividad y se subraya uno de los puntos clave en el lenguaje de los títeres, a saber, la relación entre el muñeco y el titiritero. El muñeco es el verdadero personaje que aparece ante el público y el titiritero además de volcar en él su expresividad, le presta también sus brazos y sus manos. La presencia simultánea de títere y titiritero queda al mismo tiempo difuminada y evidenciada, enriqueciendo de esa manera el lenguaje teatral. La puesta en escena apuesta por la sencillez y la sobriedad. La acción se desarrolla con buen ritmo sobre un retablo abierto con dos pequeños practicables a los lados y concede un papel importante al espacio sonoro, subrayando peculiaridades de los personajes o las situaciones, y a la iluminación, marcando los diferentes momentos y escenarios de la historia.
Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón, Lunes 14 de diciembre de 2009